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jueves, 8 de noviembre de 2012

"Terrorismo" y racionalidad instrumental: revisando "V for Vendetta"


1. "Terrorismo" y artes narrativas: En un artículo de investigación que publiqué hace dos años, señalaba que, de todos los tratamientos artísticos a los que había accedido en torno al fenómeno del "terrorismo" (lucha armada con finalidad de subversión política), tan sólo en V for Vendetta, el espléndido cómic de Alan Moore y David Lloyd, había podido encontrar una aproximación a la figura de los actores armados que hiciese el suficiente hincapié en lo que, para cualquier mente imparcial (no cegada por la niebla de la propaganda estatal), constituye su esencia: el sentido político de sus acciones.

Desde entonces, he comentado en diversas ocasiones, en este blog, obras literarias (de Juan Goytisolo, de Walter Abish, de Mary McCarthy, de Don DeLillo, de Heinrich Böll, de Salman Rushdie, de Leonardo Sciascia, de Boris Savinkov) y cinematográficas (de Andres Veiel, de Chris Morris, de Olivier Assayas, de Barbet Schroeder, de Reinhard Hauff, de Uli Edel, de John Frankenheimer) que tratan el tema y, en realidad, no he de desdecirme: aun cuando existe en ellas -yo he tratado de ponerlo de manifiesto en mis comentarios- alguna aproximación parcial valiosa, lo cierto es que seguimos faltos de presentaciones propiamente políticas del fenómeno de la lucha armada política enfocadas propiamente desde la perspectiva de sus protagonistas, del sentido que estos otorgan a sus acciones (y que las justifica, cuando menos a sus ojos). Y, con ello, quiero decir que nos sigue faltando una presentación fenomenológica (que el arte es el único capaz de obtener) adecuada de esta forma de comportamiento humano: que nos permita empatizar con sus protagonistas y discutir el problema -moral y político- tomando en cuenta también sus puntos de vista. (Y, recuérdese, para ello no necesitamos compartir sus razones, nos basta con ser capaces de comprenderlas y de identificarnos con su proceso de motivación. Tal es la grandeza de la forma narrativa.)

2. La racionalidad del "terrorismo" (según V for Vendetta): Es por esto por lo que conviene regresar a V for Vendetta. Recientemente he vuelto a leer/ contemplar la novela gráfica. (Existe también una versión cinematográfica, dirigida por James McTeigue, estimable, si se valora como obra del cine comercial norteamericano contemporáneo, pero notablemente más pobre tanto en términos temáticos como formales.) Y quisiera examinar el discurso que contiene, acerca de la racionalidad política de la lucha armada.

Hallaremos las muestras de dicho discurso, principalmente, en las declaraciones del protagonista, V. Pero también en sus acciones. Y en las reacciones de otros personajes (señaladamente, de representantes del régimen político al que V. se opone e intenta destruir) a las acciones "terroristas" de V. Reconstruyéndolo, a partir de todas estas fuentes, parece que la teoría del "terrorismo" que podría extraerse sería más o menos la siguiente:

a) Las acciones violentas "terroristas" tienen siempre una finalidad eminentemente comunicativa: pretenden transmitir un mensaje, a los receptores del signo (constituido por la acción violenta).

b) Los receptores -potenciales, cuando menos- de la acción violenta "terrorista" son dos: los líderes del sistema político atacado y l@s ciudadan@s sometid@s al mismo.

c) En el caso de los primeros, la finalidad comunicativa de la acción "terrorista" consiste en intentar transmitirles la idea de su propia vulnerabilidad: frente a la pretensión de poder (absoluto) sobre la sociedad, la acción violenta demuestra (de un modo que "habla por solo") que hay quien lo pone en cuestión; no sólo en la teoría, sino en la praxis social. Es decir, para los líderes del sistema político, la acción violenta "terrorista" pretende ser ante todo una amenaza: de la futura destitución (de l@s líderes, o la destrucción de todo el sistema político y su sustitución por otro nuevo).

d) En el caso de l@s ciudadan@s sometid@s al sistema político atacado, el mensaje, sin embargo, se revela más complejo. Por una parte, también para la ciudadanía la acción armada pretende constituir una alerta acerca de la vulnerabilidad del sistema político. En efecto, como una de las fuentes de la obediencia política es la racionalidad instrumental de l@s ciudan@s, que les lleva a no rebelarse (aun si rechazan radicalmente la justificación moral del sistema, de sus líderes y/o de sus políticas) si no ven viable obtener un cambio político significativo a un coste razonable, poner en cuestión la invulnerabilidad del sistema político constituye un paso importante (tanto más cuanto más aparentemente invulnerable el sistema aparente ser): hacia una posible -y deseada, por el "terrorista"- reevaluación de la racionalidad instrumental de la obediencia; con la eventual consecuencia de que desobedecer, y rebelarse, pueda volverse racional.

e) Pero, en el caso de l@s ciudadan@s, el mensaje lanzado por la acción "terrorista" pretende ser, además, un llamamiento directo a la acción. En el razonamiento de V., la acción violenta pretende quebrantar el orden, generar el caos: esto es, poner en cuestión los patrones aceptados de comportamiento y las reglas que lo orientan, regulan y limitan. El análisis subyacente consiste en que, el caos abre un espacio (una oportunidad) para la libertad: una oportunidad para que las personas procedan a autodeterminarse, individual y colectivamente. Abriéndose paso, así, a la verdadera democracia (frente a la anterior dominación).

Obsérvese que, en esta segunda faceta, la acción "terrorista" iría dirigida más hacia la sociedad (dominada) que hacia el sistema político (dominante): a generar en aquella efectos causales en cadena, a inducir el cambio social. A través de la inducción de comportamientos, individuales y grupales, anómicos (según la percepción convencional), pero creativos: que posibilitan la libertad, la autonomía, la autodeterminación social; y, en suma, hacen posible la verdadera democracia.

(Por supuesto, los conceptos de libertad, de autonomía y de democracia pueden ser enormemente diversos: nunca han compartido el mismo contenido de estos conceptos -pongamos- un marsita-leninista de la Rote Armee Franktion alemana y un anarquista español de los años veinte.)

Sólo, pues, a través de la destrucción (de las regularidades, de las normas y del conformismo) se volvería posible la democracia. Pero, en último extremo, ésta quedaría en manos de l@s propi@s ciudadan@s: la acción "terrorista" se limitaría a hacer posible (a través de la puesta en cuestión de la dominación política y de la generación de caos social) la autodeterminación autónoma, mas no sería capaz de imponerla.

3. Evaluación crítica: Como se puede comprender, el discurso acabado de resumir (que, a su vez, sintetiza bastante acertadamente elaboraciones teóricas diversas acerca del sentido instrumental del "terrorismo", la "guerrilla urbana", etc.) es uno que parte de una serie de presuposiciones acerca de cómo funciona lo social y lo político. En mi opinión, notablemente desacertadas; en particular, en lo referido a la dinámica de la sociedad, al ser incapaz de reconocer el carácter polifacético y complejo, y productivo, del poder social (que no se limita a las relaciones políticas -más prominentes a simple vista- de dominación). Y,  consiguientemente, al confiar de forma infundada en que, en el marco de la dicotomía dominación/ libertad, basta con acabar con la primera (con la parte más visible de la dominación: la política) para que la segunda -concebida de un modo mítico, casi místico- (re-)surja.

Ello explica, me parece, el hecho de que la acción "terrorista", cuando resulta incapaz de superar ese estadio y convertirse en algo más (en guerra civil), rara vez tenga éxito: en su propósito movilizador de la sociedad. Y ello, porque el "terrorista" pretende dar un aldabonazo, despertar a la sociedad (que él entiende que está) "dormida". Pero espera que sea esta -y no su propia acción- la que cambie las cosas.

Precisamente por ello, el "terrorismo" es eficaz -limitadamente eficaz, pero eficaz- en el plano político: es capaz de "poner en la agenda" temas, sujetos, discursos,... Alterando así situaciones de hegemonía ideológica: poniéndola en cuestión. Mas se revela (como digo, a falta de que se sea capaz de dar el salto a una acción -violenta o no- más contundente) por completo impotente para pasar del plano de los discursos al plano de lo material: a los cambios políticos o sociales materiales.


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