Siguiendo con mi trayectoria de lectura y estudio en torno a las obras literarias y artísticas que versan, en uno u otro modo, acerca del tema del "terrorismo", ha leído recientemente esta novela de Mary McCarthy. He de decir que, en el plano estrictamente literario, me parece más bien una obra fallida, en tanto que no es capaz de profundizar adecuadamente en los personajes, esbozando tan sólo algunos de sus motivos y de los rasgos de sus identidades, quedadando muchos de ellos en el nivel del mero estereotipo.
Por otra parte, y como ya viene siendo (demasiado) habitual en la literatura generada por los fenómenos "terroristas", el análisis del marco político en el que dichos fenómenos acaecen resulta extremadamente superficial, por completo decepcionante.
¿Por qué, entonces, merece la pena leer esta novela? Acaso, desde mi punto de vista (sin duda, muy particular), únicamente porque, acaso inadvertidamente, viene a poner de manifiesto una característica que resulta en verdad muy pertinente para comprender el "terrorismo" en tanto que fenómeno político. Me refiero a la constatación de dos hechos:
- El primero es la impotencia del "terrorismo", mientras que se mantiene como tal, para transformar la estructura del sistema político al que pretende desafiar: como se apunta en la novela, las organizaciones "terroristas" se hallan, de hecho, en una situación tal que son incapaces de transformar los -en la terminología de Niklas Luhmann- medios de comunicación simbólicamente generalizados de los distintos subsistemas sociales en los que intentan intervenir. Acaban por obtener (en su caso) dinero, presos, armas, legitimidad política, apoyo electoral, etc. Pero todo ello no hace sino contribuir a apuntalar -aunque sea cambiándolo en parte- el sistema político que se quería destruir.
- Hasta aquí la moraleja de la novela. Y, sin embargo, es obvio que -añado yo- los sistemas políticos se crean y se destruyen, y se transforman radicalmente. ¿Cómo ocurre ello? Ocurre, a veces, a través de una lenta evolución. Pero también, muchas otras, mediante cambios radicales, a través de la violencia. Sin embargo, la diferencia (con el caso del "terrorismo") es que esta violencia no incide tan sólo sobre las identidades políticas: al contrario, incide directamente sobre el poder (constituyente) del sistema político, transformándolo (sustituyéndolo).
Dicho en términos menos conceptuales, más claros: lo que cambia los sistemas políticos de manera rápida es la guerra. Y lo que los cambia en sentido revolucionario es la guerra (civil) revolucionaria... Naturalmente, cuando la misma resulte realmente viable. (No discutiré aquí ahora sobre la problemática cuestión de su justificación moral en algunas ocasiones.) Frente a ella, el "terrorismo" no resulta ser más que una franca manifestación de impotencia política.
(Como se comprenderá, estas reflexiones no son nada que los clásicos de la teoría de la revolución -Lenin, Trotsky, Mao Zedong- no hubiesen previsto ya, cuando se oponían al terrorismo como táctica política, apostando más bien por la guerra revolucionaria. Conviene, no obstante, recordarlas, volver a traerlas a colación, en estos tiempos.)