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viernes, 28 de marzo de 2014

Frances Ha (Noah Baumbach, 2012)


Frances Ha podría ser vista como una película que narra una historia (la de Frances Halliday -Greta Gerwig). Pero también como un ejercicio de estilo, formalista, recapitulación de las influencias de la nouvelle vague francesa en el cine norteamericano (a través de John Cassavetes, de Woody Allen,...). O, en fin, igualmente, como una suerte de documental, acerca de una actriz (Greta Gerwig) enfrentada a la construcción dramática de un personaje ante la cámara, que la espía en cada ademán y en cada intento de dotarle de verosimilitud y de integridad.

Me parece difícil -si no imposible- y, en todo caso, indeseable obligarme a mí mismo a elegir entre estas tres opciones interpretativas. Pues Frances Ha es todo ello, al mismo tiempo. Y es de eso, de esa inextricable combinación de drama, documento y una forma audiovisual plagada de referencias (meta-)cinematográficas, de donde la película extrae verdaderamente su encanto. (Un encanto difícil de definir, por lo demás.)

En efecto, como narración de una historia dramática, Frances Ha entronca tanto con tendencias contemporáneas (Girls, la serie de Lena Dunham, viene inmediatamente a la cabeza), a la hora de presentar personajes femeninos fuertes y, sin embargo, perplejos, en contextos realistas; como, por otra parte, con la tradición procedente de tantas películas de los cineastas de la nouvelle vague (Jean-Luc Godard o Eric Rohmer, por citar tan sólo a dos señalados) en las que los personajes femeninos protagonizan sus tramas y son atendidos de forma central por la puesta en imágenes de dichos directores.

Resulta complicado, sin embargo, tomarse demasiado en serio la trama de la película: se trata de una mujer buscando su sitio, tanto en lo social (y económico) como en lo afectivo (y existencial). Recibiendo decepciones, soportándolas, volviéndose a levantar,... Sin que nada nos haga esperar que su situación llegue a cambiar y a estabilizarse en ningún momento.

Pero, como decía, la trama podría parecer realmente superficial (puesto que en ningún momento se profundiza en los motivos de Frances para empeñarse en fracasar una y otra vez), o insignificante (porque también sus fracasos resultan mínimos). Bien que no tanto, en verdad: podría estarse describiendo el hecho -indudable, en mi opinión- de un generalizado sentimiento contemporáneo de perplejidad, que parece más bien omnipresente, y que sólo parece atenuarse allí donde (generalmente, cuando se alcanza una edad ya no joven) la integración en una rutina absorbente y en fuertes estructuras sociales hace desviar la atención de nuestro extravío...

En todo caso, contemplada exclusivamente desde el punto de vista dramático, Frances Ha resultaría excesivamente nimia. Y, sin embargo, son los elementos adicionales contenidos en la película, a los que me refería más arriba, los que la rellenan de un mayor sentido. Pues, en esencia, es la manera en la que se combina sabiamente la interpretación de Greta Gerwig (el modo en que desarrolla dramáticamente su personaje, conteniendo en todo momento la gestualidad) con un notable esfuerzo de montaje (que -como acertadamente destaca Carlos F. Heredero en su crítica de la película, en Caimán. Cuadernos de Cine nº 25- sabe cortar siempre a tiempo los planos, antes de que se produzca ninguna forma de énfasis retórico, sentimental) lo que vuelve a la película un ejercicio formal sugestivo.

De hecho, yo diría que el interés principal de la película es estético: como muestra ejemplar de una manera de poner en forma audiovisual una trama sin dejarse arrastrar por las más evidentes tentaciones de la retórica (melodramática y/o cómica) que parecería -a tenor de las convenciones dominantes- "natural", teniendo en cuenta su sentido.

Es cierto que puede tratarse de un placer limitado: al fin y al cabo, el disfrute estético (en torno a la perfección de una forma expresiva), por sí solo, puede parecer insuficiente, cuando de narraciones se trata. Es, en todo caso, mucho más de lo que hallaremos en la mayor parte del cine que tenemos la oportunidad de contemplar.




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