De forma muy evidente, Girls es, antes que cualquier otra cosa, un ejercicio de actriz(es). Lo que hallamos, en efecto, es a Lena Dunham (creadora, guionista, directora, actriz protagonista) explorando, junto con un pequeño grupo de intérpretes, femeninos y masculinos, una serie de roles cómicos, a través de los cuales podría extraerse -tal es la pretensión- alguna descripción acerca de los (insignificantes, por lo demás) dilemas sexuales, afectivos y existenciales de la juventud (norteamericana, blanca, educada, con oportunidades de promoción social y profesional) contemporánea urbana y "cosmopolita". (En otras palabras, en cuanto a su pretensión temática, esta serie de HBO podría constituirse en el contrapunto de cotidianidad a las exploraciones un tanto pasadas de vueltas de la reciente Spring breakers de Harmony Korine.)
Pero, en realidad, en este caso no deberíamos dejarnos arrastrar demasiado lejos por nuestras veleidades de comprender el mundo a través de las ficciones cinematográficas y televisivas. Pues, como señalaba, Girls le debe más al cine que a la vida: más a los retratos, entre descarnados y cariñosos, que la llamada "nueva comedia norteamericana" (Judd Apatow y compañía) ha perpetrado, siguiendo una ya larga tradición cómica (por no abandonar el cine, baste con pensar en personajes como los representados sucesivamente por Buster Keaton, Harold Lloyd, Cary Grant, James Stewart, Jack Lemmon, Jerry Lewis,...), de personajes perdidos y en busca de madurez, de una instalación "confortable" (vale decir: complaciente, resignada, impotente) en el seno de una sociedad que es vista como un verdadero "ecosistema"; como un ambiente, cuasi-natural, frente al que no hay otra alternativa que intentar "adaptarse" (nunca cambiarlo). Puro tópico (complaciente, además), en el fondo.
Pues lo que caracteriza verdaderamente a Girls, en tanto que producto televisivo, es precisamente esa opción formal por dejar libertad a sus intérpretes para desarrollar interpretativamente los roles que encarnan. Por permitir que sus cuerpos se muevan, se rocen y toquen, gesticulen, hablen, se paralicen simulando confusión, miedo y anhelos. (La mostración de los cuerpos resulta esencial en la serie: no es casualidad que en ella la actividad sexual esté tan presente, no sólo en el plano argumental, sino también en sus imágenes. Cuerpos mostrados en plena interacción sexual. Cuerpos, empero, que se tocan, rozan, besan, chupan y penetran sin que las imágenes intenten forzar el énfasis -sea el idealizador o el pornográfico- que es más usual, en el cine, cuando son presentadas escenas de esta índole.)
En este sentido, la puesta en imágenes está, en general, completamente al servicio de dicha libertad de interpretación actoral. Lo cual, en la práctica, quiere decir: planos medios, generalmente estáticos, con ligeros reencuadres, y muy pocos movimientos de cámara realmente significativos.
Todo ello, distanciándose además del estilo de las sitcom (que por momentos, no obstante, parecería evocar).: porque no se trata -como ocurre en dicho género- de mostrarnos a unos personajes arquetípicos en múltiples variaciones situacionales, en las que, una y otra vez, demuestran "ser quienes (auténticamente) son". (Friends o Frasier resultan ser ejemplos paradigmáticos.) Antes al contrario, en Girls los personajes se van construyendo, mediante sus acciones: esto es, como he indicado, mediante sus cuerpos en acción.
Y lo que al final encontramos en la serie es eso: unos cuerpos, unos actores, con (bastante) libertad para esforzarse en interpretar, y reelaborar constantemente en sus sucesivas interpretaciones, roles característicos, que pretenderían representar a una cierta juventud (norteamericana, blanca, educada, con oportunidades de promoción social y profesional). Representación, por lo demás, harto dudosa: en cuanto a su realismo, pero también en cuanto al modo en que se muestran los dilemas, desafíos, soluciones posibles. Pero esta no es la cuestión (no debería serlo, para el/a espectador(a): una serie televisiva no es un "manual de autoayuda"). La cuestión es, más bien, la contemplación de tales ejercicios, de esa praxis, verdaderamente notable.
Pero, en realidad, en este caso no deberíamos dejarnos arrastrar demasiado lejos por nuestras veleidades de comprender el mundo a través de las ficciones cinematográficas y televisivas. Pues, como señalaba, Girls le debe más al cine que a la vida: más a los retratos, entre descarnados y cariñosos, que la llamada "nueva comedia norteamericana" (Judd Apatow y compañía) ha perpetrado, siguiendo una ya larga tradición cómica (por no abandonar el cine, baste con pensar en personajes como los representados sucesivamente por Buster Keaton, Harold Lloyd, Cary Grant, James Stewart, Jack Lemmon, Jerry Lewis,...), de personajes perdidos y en busca de madurez, de una instalación "confortable" (vale decir: complaciente, resignada, impotente) en el seno de una sociedad que es vista como un verdadero "ecosistema"; como un ambiente, cuasi-natural, frente al que no hay otra alternativa que intentar "adaptarse" (nunca cambiarlo). Puro tópico (complaciente, además), en el fondo.
Pues lo que caracteriza verdaderamente a Girls, en tanto que producto televisivo, es precisamente esa opción formal por dejar libertad a sus intérpretes para desarrollar interpretativamente los roles que encarnan. Por permitir que sus cuerpos se muevan, se rocen y toquen, gesticulen, hablen, se paralicen simulando confusión, miedo y anhelos. (La mostración de los cuerpos resulta esencial en la serie: no es casualidad que en ella la actividad sexual esté tan presente, no sólo en el plano argumental, sino también en sus imágenes. Cuerpos mostrados en plena interacción sexual. Cuerpos, empero, que se tocan, rozan, besan, chupan y penetran sin que las imágenes intenten forzar el énfasis -sea el idealizador o el pornográfico- que es más usual, en el cine, cuando son presentadas escenas de esta índole.)
En este sentido, la puesta en imágenes está, en general, completamente al servicio de dicha libertad de interpretación actoral. Lo cual, en la práctica, quiere decir: planos medios, generalmente estáticos, con ligeros reencuadres, y muy pocos movimientos de cámara realmente significativos.
Todo ello, distanciándose además del estilo de las sitcom (que por momentos, no obstante, parecería evocar).: porque no se trata -como ocurre en dicho género- de mostrarnos a unos personajes arquetípicos en múltiples variaciones situacionales, en las que, una y otra vez, demuestran "ser quienes (auténticamente) son". (Friends o Frasier resultan ser ejemplos paradigmáticos.) Antes al contrario, en Girls los personajes se van construyendo, mediante sus acciones: esto es, como he indicado, mediante sus cuerpos en acción.
Y lo que al final encontramos en la serie es eso: unos cuerpos, unos actores, con (bastante) libertad para esforzarse en interpretar, y reelaborar constantemente en sus sucesivas interpretaciones, roles característicos, que pretenderían representar a una cierta juventud (norteamericana, blanca, educada, con oportunidades de promoción social y profesional). Representación, por lo demás, harto dudosa: en cuanto a su realismo, pero también en cuanto al modo en que se muestran los dilemas, desafíos, soluciones posibles. Pero esta no es la cuestión (no debería serlo, para el/a espectador(a): una serie televisiva no es un "manual de autoayuda"). La cuestión es, más bien, la contemplación de tales ejercicios, de esa praxis, verdaderamente notable.