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domingo, 30 de diciembre de 2012

"Halls of Montezuma", de Lewis Milestone: contradicciones del cine bélico


Si tuviésemos que clasificar el cine de género bélico en subgrupos, podríamos hacerlo primero, claro está, por su tema: películas (predominantemente) propagandísticas, películas (predominantemente) de acción, películas (predominantemente) antibelicistas, películas (predominantemente) sobre la vida cotidiana del soldado.

También, no obstante, es posible hacer una clasificación en atención a la forma dramática: películas dramáticas (que narran -de forma predominante- la interacción entre los personajes), películas de acción (que narran -de forma predominante- eventos que les suceden a los mismos) y películas discursivas (que exponen -de forma predominante- discursos, a través de su encarnación en los personajes, de las situaciones dramáticas y, a veces, de una voz over: discursos acerca de la guerra, acerca de la disciplina militar, de las emociones y sufrimientos del soldado, de la crueldad o piedad humanas, etc.).

(Y, por supuesto, sería también posible -aunque aquí no me interese la cuestión- diferenciar entre las películas bélicas en atención a la forma que adopta en cada una de ellas la composición visual: documentales, experimentales, de montaje "percutiente", de montaje "clásico",...)

Halls of Montezuma (aunque, en realidad, algo semejante sucede con la otra película bélica que Lewis Milestone realizó finalizada la guerra mundial, A walk in the sun) resulta ser, en este sentido, un buen campo de pruebas para la clasificación, por su incapacidad para inclinarse definitivamente por alguna de las opciones que he indicado (lo que da a la película su tono peculiarmente indeterminado, tanto en el plano discursivo como en el dramático).

En efecto, la pelìcula de Milestone parece que, evidentemente, pretende presentar la guerra "desde otro punto de vista": es decir, desde un punto de vista diferente al que había predominado hasta entonces, en la época de guerra, en el cine norteamericano comercial. Así, frente a los combatientes "de una pieza" que -se suponía- habían dominado hasta entonces en la descripción de personajes, la fijación casi exclusiva que -de nuevo, se pensaba- habría dominado la trama y el "exceso" de propaganda omnipresente en el discurso subyacente a toda película bélica de la época anterior, películas como Halls of Montezuma podían pretender aparecer como una alternativa.

No es en absoluto claro que la caracterización del cine bélico norteamericano entre 1939 y 1945 que se acaba de esbozar reflejase verdaderamente la realidad. (Sólo hay que evocar las producciones bélicas de John Ford o de William A. Wellman para que, cuando menos, resulte forzoso relativizarla un tanto.) Pero, en cualquier caso, se trata del punto de referencia que tenían los guionistas y directores de la película que ahora comento, para distanciarse de él. De este modo, Halls of Montezuma intenta presentar unos personajes descritos con algo más de cuidado. Intenta dar espacio a la expresión de las emociones de los personajes. Permite que personajes enemigos aparezcan con algún -bien que muy limitado- protagonismo dramático. Y, en fin, pretende introducir un discurso acerca de la guerra más matizado que el unilateralmente propagandístico.

Hay que decir, no obstante, que la película fracasa estrepitosamente en todas y cada una de dichas pretensiones: ni los personajes y sus emociones superan el mero estereotipo, a falta de una descripción más acabada de sus historias personales, ni el sufrimiento que exteriorizan es capaz de ir más allá del tópico. A cambio, la película es extremadamente limitada a la hora de presentar la acción en combate y las sensaciones que la misma ha de provocar en los soldados.

Y, por fin, en ningún momento intenta en realidad, en el plano discursivo, ir más allá de un vago humanismo (ya se sabe: "qué triste es que los seres humanos sufran y mueran en las guerras..."), distante de cualquier análisis, sociopolítico, de las razones por las que las guerras ocurren, las personas participan en ellas, y matan y mueren. Con lo que, al cabo, lo único que puede observarse en este nivel de análisis en la película es un primer intento de travestir la ideología crudamente nacionalista del cine bélico anterior en una ideología "humanitaria" (imperialista, por consiguiente), que progresivamente irá tomando carta de naturaleza como forma de justificar el belicismo y el intervencionismo occidentales en lo sucesivo ("hacemos la guerra por la paz, por la libertad, por los derechos humanos,...").

Creo que de las contradicciones y evidentes fracasos de una película como Halls of Montezuma es posible extraer algunas enseñanzas, de índole estético (porque nadie podría pretender obtener enseñanzas políticas de una película como ésta, tan apegada a la ideología dominante). Creo que puede concluirse que, en el género bélico, lo más productivo (por ser lo más revelador) es un cine de acción, alejado de los discursos evidentes (¡también de las obviedades antibelicistas!); o bien un cine analítico. Un cine que narre la guerra como es (con todo su horror -aunque también con sus pequeños heroísmos). (Es ésta la razón por la que siempre defenderé -pongamos- el cine bélico de Kathryn Bigelow frente al de Clint Eastwood.) O bien un cine (que no podrá tener entonces ya pretensiones comerciales) que profundice en la dinámica, social e ideológica, que se halla detrás de la movilización bélica.

Por el contrario, el cine bélico más dramático, como el más discusivo (como, por supuesto, también el más propagandístico -que, sin embargo, suele ser demasiado burdo para producir efecto directo alguno), acaban por constituirse -intencionadamente o no, no importa- en artefactos eminentemente ideológicos: que disfrazan la realidad. Porque ni muestran en detalle su apariencia ni tampoco penetran en sus estructuras (sociales) profundas. Y, en esa medida, sirven antes que nada a un ocultamiento y, a lo sumo, como vehículo de inanes explosiones emocionales.

Y es que también en el cine bélico el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones...


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