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miércoles, 22 de mayo de 2013

Pollock (Ed Harris, 2000): el biopic como ruido


Veía ayer Pollock, el biopic que Ed Harris dirigió hace unos años acerca de la figura del conocido pintor. Hallo lo que cabría esperar: un (desvaído) relato de rarezas, explosiones de ira y de ansiedad, inseguridades e iluminaciones creativas... que acaba en la (auto-)destrucción. En fin, el usual relato de ascenso y caída que todo biopic que se precie (especialmente, si pretende retratar a un artista) parece tener que respetar.

Y me pregunto cuál es el sentido de este género de narraciones. Más allá, claro está, de servir como plataforma indudable para el lucimiento actoral, así como de forma contemporánea de hagiografía, que narra la exaltación del "genio" moderno, de la -así rezaría el lema- "abrumadora" riqueza espiritual de los tiempos que nos hicieron lo que hoy somos (y que nos justifica).

Porque, viendo Pollock (y otras tantas películas como ésta), no seremos capaces de aproximarnos, en lo más mínimo, a los enigmas de la creación artística. Todo el asunto permanecerá así, en efecto, relegado a los arcanos de "lo inconsciente, lo irracional, lo oscuro, lo ignoto". Promoviendo una concepción netamente irracionalista (y elitista) acerca del arte.

Acaso la clave (del fracaso del biopic como género) estribe en la aparentemente ineludible necesidad (con seguridad, por razones fundamentalmente ideológicas) de la narración convencional, cuando trata sobre vidas individuales, de verse anclada de forma primordial -si no de manera exclusiva- en el psiquismo de sus personajes. Subrayo: de sus personajes (que no de las personas en pantalla representadas). Pues, entonces, la narración biográfica ha de basarse en una personalidad perfectamente coherente y cognoscible: dramáticamente descrita. Algo que, como es sabido, no existe en el mundo real (fuera del ámbito de las representaciones culturales).

Cuando, como es sabido, en realidad la clave de la creación artística no tiene que ver con contenidos de la psique, sino más bien con formas (de expresión, de representación). Formas que, inevitablemente, poseen muy relevantes componentes sociales (y, por consiguiente, culturales, y políticos, e ideológicos).

Pienso que en esta profunda incapacidad para representar lo social (lo cultural, lo político, lo ideológico), y lo formal, que aqueja a las expresiones culturales -como el cine comercial- más convencionales, es donde podemos hallar la clave de la esencial impotencia del biopic como género.

(De esta manera, hemos de recurrir a piezas cinematográficas relativamente marginales, para encontrar alguna reflexión de valor sobre la creación artística. Por no alejarnos demasiado -hacia el cine más experimental- podemos empezar a hallar rastros de interés en Le mystère Picasso, de Henri-Georges Clouzot. Y, por supuesto, en las obras que realizaron a medias Luis Buñuel y Salvador Dalí.)


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