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lunes, 22 de agosto de 2022

Anne Hébert: Les Fous de Bassan



Desde un punto de vista estrictamente argumental,  Les Fous de Bassan (Los alcatraces, Impedimenta, 2021) narra la historia de un acto de violencia sexual y física machista, múltiple, que tiene por víctimas a dos adolescentes, en una aislada comunidad rural de la costa canadiense: el hijo de una de las familias más antiguas del pueblo, los Brown, que, alejado de su familia, ha andado rodando por el mundo adelante, vuelve al pueblo, para encontrarse con (lo que él describe como) un ambiente enfermizamente sexual; con unas adolescentes que, en plena pubescencia, se sienten fascinadas por su aura de "hombre de mundo" y, aunque inseguras, se aproximan a él, "insinuándosele" (eso dice él), hasta el día en que Steven (así se llama el personaje) opta por forzar la situación y abusar de ellas... y matarlas luego (¿quizá para ocultar su delito previo... o bien para consumar hasta el extremo el placer que le proporcionan el hecho del forzamiento y de la dominación?).

Ocurre, sin embargo, que, por supuesto, la novela narra muchas cosas más. Acudiendo, en efecto, a la ya asentada técnica de la polifonía de voces narrativas (polifonía cuya intensidad acrecienta, además, el hecho de que -siguiendo la estela marcada por The sound and the fury, de William Faulkner- una de ellas sea la de un adolescente con discapacidad intelectual, cuya sinceridad resulta siempre irrefutable... pero también lo confuso de su comprensión de los hechos), la narración tiene por tema en realidad la composición y presentación a los ojos del lector de un cuadro completo de personajes, ambientes, costumbres y -principalmente- moralidades, antes que de unas acontecimientos en concreto. Así, lo que la novela narra es el estado cultural, mental y moral de una comunidad corrupta: corrompida por las tradiciones conservadores y asfixiantes, por el sexismo, por el fanatismo y la hipocresía religiosas, por la represión sexual,... Una comunidad en la que los varones que presumen de rectitud y decencia pecan a escondidas, abusan de su poder. Donde las mujeres son objetos sexuales y animales de carga y labores domésticas... pero, claro está, que albergan también sentimientos (deseo sexual, soledad, desesperación, abandono, frustración) que desestabilizan su estatus y el de los varones que las dominan.

El cuadro, entonces, surge ante el lector a través de las divagaciones más o menos veladas de unos y de otros personajes, que se explican a sí mismos o a interlocutores (corresponsales), en un lenguaje frecuentemente elusivo, qué es lo que perciben de su entorno social, qué es lo que experimentan al afrontarlo y cómo se sienten. Porque ninguno de los personajes posee una visión clara de la realidad en la que viven, sino una puramente fenomenológica: son lo que experimentan y sienten y eso es lo que, dificultosamente, intentan transmitir en sus narraciones parciales. Y es el lector quien ha de esforzarse luego en componer, a partir de las mismas, el cuadro completo, ese retrato comunitario tan conflictivo y desasosegante.

De hecho, la pregunta que surge necesariamente, de la lectura de la novela, es la de la si puede darse por existente, o no, en tal ambiente la responsabilidad moral individual, por los actos horrendos cometidos por cada individuo. ¿Es Steven Brown verdaderamente responsable de violación y asesinato? ¿O no lo es más bien toda una comunidad moralmente podrida, la que le ha conformado y empoderado a él para poder actuar así, al tiempo que le negaba cualquier oportunidad de de poder desarrollarse como un ser humano libre y digno? Obviamente, la respuesta que los manuales al uso darían a esta pregunta es que sí: que, sin importar las circunstancias, el ser humano tiene siempre libre albedrío y, por ende, es capaz de decidir, y de obrar bien (o mal), por lo que ha de ser hecho responsable de sus acciones. Y, sin embargo, es cierto que -y tal es el interés auténtico de la novela- hay ocasiones en las que esta teoría de la responsabilidad moral, irreprochable en principio, es puesta duramente a prueba, por situaciones de la índole de las que Les Fous de Bassan retrata. Situaciones que, lo sabemos, no resultan ser tan solo hipótesis imaginarias, sino que tienen correlatos no infrecuentes en la realidad.


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