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miércoles, 7 de junio de 2017

Morgan N. Weiland: Expanding the Periphery and Threatening the Core: The Ascendant Libertarian Speech Tradition



Interesante análisis de la evolución de la jurisprudencia de la Corte Suprema de los Estados Unidos acerca de la libertad de expresión.

El autor pone de manifiesto cómo, desde la década de los 70 del pasado siglo, al tiempo que se hacía una interpretación más liberal del derecho fundamental, que ampliaba su ámbito y reducía los límites a su ejercicio, se llevaba a cabo también una transformación de su fundamentación ideológica: mientras que las justificaciones tradicionales del derecho a la libertad de expresión hacían referencia bien -en una justificación liberal- al valor moral de la autonomía individual (y, por ende, al deber del Estado de respetar el pluralismo en las formas de vida y de pensamiento), o bien -en una justificación republicana- a la importancia de la conformación adecuada de la esfera pública de toma de decisiones de la comunidad política, crecientemente la jurisprudencia norteamericana vendría basando el derecho en la soberanía individual(ista) sobre las fuentes de su información.

Debido a ello, los individuos receptores de la información pasan a ser concebidos esencialmente como consumidores (como consumidores soberanos), a los que no se debe poner nunca ninguna restricción en su acceso a cualquier información, cualquiera que sea su relevancia, valor o procedencia. Y, asimismo, por lo que hace a los emisores de información son, crecientemente se sostiene que se trata ante todo de no restringir su libre acceso a (el mercado de) los receptores de información.

Todo lo cual habría tenido, en la práctica, importantes consecuencias al prohibir, por inconstitucional, cualquier interferencia o limitación estatal a la actuación de los poderes sociales en materia informativa (grandes medios de comunicación, industria cultural, corporaciones). Y, en definitiva, al dejar sin justificación posible cualquier política progresista que pretendiese equilibrar algo el reparto de recursos y de poder en este ámbito, tan extremadamente desigual.

Una cuestión, pues, que, como se puede comprobar, trasciende su interés teórico (también indudable), para adentrarse en la dilucidación de uno de los problemas más graves de los sistemas democráticos contemporáneos, el de la desigualdad en el acceso a la información y el de la manipulación de dicha información por los poderes sociales.


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