Llevaba algunos días dándole vueltas a un comentario en torno a Silence (Martin Scorsese, 2016). Pero, al leer hoy este artículo, he visto tan bien reflejadas mis ideas y mis reservas hacia la película en el plano ideológico, que me ha parecido más útil enlazar el trabajo que remedarlo yo:
Tan sólo añadiría un par de observaciones de índole formal de mi cosecha. La primera ha sido señalada ya por otros muchos críticos: las limitaciones interpretativas de los actores elegidos para los papeles protagonistas. Y la segunda la he apuntado yo mismo en el comentario a otra película anterior de Scorsese: que en el cine de este director resulta cada vez más palmaria la inadecuación entre fondo y forma. Entre aquello que se quiere narrar y la falta de unos recursos formales lo suficientemente sofisticados (por innovadores y reveladores) para hacerlo con la suficiente potencia. Una vez más, en Silence, lo que la película cuenta en realidad queda radicalmente determinado -y limitado- por las opciones estéticas del director, excesivamente dependientes de un cierto canon de "calidad" cinematográfica harto convencional.