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viernes, 1 de abril de 2016

Loft (Erik Van Looy, 2008)


Loft pretende ser, qué duda cabe, una película de intriga criminal con vocación de trascender la mera trama de intriga, para convertirse -tal sería la pretensión- en un retrato ácido de los individuos (masculinos) pertenecientes al sector más acomodado de la clase trabajadora, aquel que aspira a fingir que vive con el mismo estándar cultural y de consumo que la burguesía: todo apariencia de "elegancia" y "clase", pero, en el fondo, pura pose para ocultar la ansiedad de ascenso social y la insatisfacción con unas existencias abocadas al fracaso (porque, como deja clara la película, por muy bien pagado y "considerado" que esté, un trabajador nunca será reconocido como miembro de la burguesía).

Ocurre, sin embargo, que la película es incapaz de ir más allá, desde el punto de vista estético, de las convenciones (¡tan manidas, a estas alturas!) del cine de intriga contemporáneo más adocenado: imágenes pretendidamente "frías" (abundancia de vidrio y acero en las ambientaciones, iluminación apagada, predominio de los colores fríos), una trama que abusa de los giros sorpresivos, un guión apoyado casi exclusivamente en el fácil recurso (y es que desde Rashomon han pasado ya casi setenta años...) del flashback y de que cada nueva secuencia de flashback aporte nueva información y corrija la proporcionada por los anteriores,...

De este modo, lo que al final podremos hallar es una fácil -por tópica y falta de análisis- denuncia de los males del "aburguesamiento". O, si se quiere, un catálogo de masculinidades en crisis (representadas por los perfiles de los cinco personajes protagonistas), y de las mujeres de quienes se rodean: el macho violento, el frustrado, el depredador, el impotente y el romántico. Pero ocurre que, sin un análisis dotado de mayor profundidad, también estas descripciones de personajes (para mí, lo más relevante de la película) acaban por incurrir en el brochazo grueso, caricaturesco, un tanto tópico.

En resumidas cuentas: una película con demasiadas pretensiones, (políticas), que en realidad apenas se sostiene como mera intriga criminal.




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