"Ni siquiera la mala conciencia le hace favor alguno a la industria cultural. (...) El reconocimiento de que las películas difunden ideologías es él mismo una ideología difundida. Una ideología administrativamente manejada mediante la distinción rígida entre, por un lado, los sintéticos sueños diurnos, vehículos para la huida de lo cotidiano, «escape», y, por otro, los bienintencionados productos que animan al correcto comportamiento social, que transmiten un mensaje, «conveying a message». La automática subsunción bajo los conceptos de «escape» y de «message» expresa la falsedad de ambos. (...)
Si las películas de «escape» son aborrecibles, no es porque vuelvan la espalda a una existencia decolorada, sino porque no lo hacen con suficiente energía, y eso porque ellas mismas están decoloradas, porque las gratificaciones que parecen prometer coinciden con la infamia de la realidad, de la privación. (...) Nada más práctico que el «escape», nada más íntimamente comprometido con la explotación: al sujeto se le transporta a la lejanía sólo para meterle a distancia en la conciencia, sin interferencia de desviaciones empíricas, las leyes de la vida empírica. El «escape» es todo él un «message».
De este modo el «message» parece lo contrario, lo que quiere huir de la huida. (...) Cuando se representa a la sociedad endurecida en sus leyes anónimas como si en ella bastase la buena voluntad como remedio, se la está defendiendo aun de ataques justificados. De ese modo se crea la ilusión de una especie de frente popular de todos los que piensan de forma recta y justa. El espíritu práctico del «message», la sólida demostración de cómo se deben hacer las cosas, pacta con el sistema en la ficción de que un sujeto social total, que en modo alguno existe en el presente, puede ponerlo todo en orden si cada cual se adhiere a él y se hace una idea clara sobre las raíces del mal. Uno se siente bien donde puede mostrarse como alguien excelente. El «message» se convierte en «escape»: el que sólo atiende a la limpieza de la casa donde habita, olvida los cimientos sobre los que está construida."
Si las películas de «escape» son aborrecibles, no es porque vuelvan la espalda a una existencia decolorada, sino porque no lo hacen con suficiente energía, y eso porque ellas mismas están decoloradas, porque las gratificaciones que parecen prometer coinciden con la infamia de la realidad, de la privación. (...) Nada más práctico que el «escape», nada más íntimamente comprometido con la explotación: al sujeto se le transporta a la lejanía sólo para meterle a distancia en la conciencia, sin interferencia de desviaciones empíricas, las leyes de la vida empírica. El «escape» es todo él un «message».
De este modo el «message» parece lo contrario, lo que quiere huir de la huida. (...) Cuando se representa a la sociedad endurecida en sus leyes anónimas como si en ella bastase la buena voluntad como remedio, se la está defendiendo aun de ataques justificados. De ese modo se crea la ilusión de una especie de frente popular de todos los que piensan de forma recta y justa. El espíritu práctico del «message», la sólida demostración de cómo se deben hacer las cosas, pacta con el sistema en la ficción de que un sujeto social total, que en modo alguno existe en el presente, puede ponerlo todo en orden si cada cual se adhiere a él y se hace una idea clara sobre las raíces del mal. Uno se siente bien donde puede mostrarse como alguien excelente. El «message» se convierte en «escape»: el que sólo atiende a la limpieza de la casa donde habita, olvida los cimientos sobre los que está construida."
Theodor W. Adorno, Minima Moralia, §130