En el estudio de la dinámica política entre revolución y contrarrevolución, es claro que esta última ha tenido mucha menor fortuna analítica: son numerosísimos, en efecto, los estudios tanto en torno a la teoría general de los procesos revolucionarios como sobre casos concretos; sin embargo, resultan infrecuentes los trabajos de investigación sobre la dinámica de la contrarrevolución. Hay, sí, estudios sobre los fascismos, sobre el conservadurismo, etc. Pero rara vez se estudia la contrarrevolución como un fenómeno político autónomo: no como una clase de organización o movimiento político, sino como una clase de estrategia política que ciertos grupos (conservadores, reaccionarios, fascistas) elaboran, hacen suya y ejecutan, en determinadas situaciones históricas.
Arno J. Mayer está, sin embargo, convencido de que no es posible orillar esta faceta -siniestra, si se quiere- de los procesos revolucionarios. Por ello, en el libro que comento se empeña en presentar una concepción general (no entra, pues, en el examen de casos concretos) de la estrategia contrarrevolucionaria. (De hecho, en una obra posterior, ya reseñada en este blog, The Furies, aplicaría esta teoría general a la explicación de la violencia revolucionaria en el caso de la Francia jacobina y de la Rusia bolchevique.)
En opinión de Mayer, existe una dinámica prototípica de las estrategias contrarrevolucionarias, en la que los grupos más decididamente contrarrevolucionarios (los fascistas, por ejemplo) aprovechan contextos de tensión político-social para, de una parte, lograr alianzas con los grupos más conservadores y reaccionarios de la élite política, gracias al miedo; para, de otra, captar apoyos y militancia entre sectores sociales sumidos en la ansiedad, ante el riesgo percibido de desclasamiento; y, en fin, para obtener la tolerancia del aparato coactivo y represivo del Estado ante sus actuaciones violentas (puesto que, en otro caso, la enorme superioridad de potencia militar del Estado haría imposibles sus operaciones). Todo ello, como digo, apoyándose en los miedos y en las ansiedades que la tensión social y los posibles movimientos revolucionarios genera en todos estos grupos sociales. Miedos y ansiedades que, obvio es decirlo, no siempre se corresponden con fenómenos objetivos.
En todo caso, es importante destacar que, desde este punto de vista, y contra lo que muchas veces se pretende, la contrarrevolución no es tan sólo -aunque también lo sea- una reacción a los fenómenos revolucionarios. Es, más bien, una estrategia política oportunista (pero dotada, por lo tanto, de entidad propia), que sólo resulta posible -y aquí estriba su conexión con la revolución- en ciertos contextos sociohistóricos.
Por lo demás, Mayer distingue varios contextos políticos diferentes en los que la estrategia contrarrevolucionaria puede ser llevada a la práctica: contrarrevolución preventiva, posterior, anticipada, mediante golpe, subrepticia, con apoyo externo, impuesta desde el exterior,... Intentando determinar la forma en la que cada una de tales modalidades de estrategia contrarrevolucionaria se desarrolla.
Un estudio, por lo tanto, muy interesante. Es cierto, no obstante, que tiene una limitación muy importante: al limitarse a presentar una teorización general y abstracta, sin ningún estudio de casos, uno tiene la impresión de que acaso la elaboración tienda un tanto en exceso hacia el esquematismo. De cualquier forma, resulta ser una aportación extremadamente sugerente para fundamentar teóricamente el análisis histórico de los procesos revolucionarios.
En todo caso, es importante destacar que, desde este punto de vista, y contra lo que muchas veces se pretende, la contrarrevolución no es tan sólo -aunque también lo sea- una reacción a los fenómenos revolucionarios. Es, más bien, una estrategia política oportunista (pero dotada, por lo tanto, de entidad propia), que sólo resulta posible -y aquí estriba su conexión con la revolución- en ciertos contextos sociohistóricos.
Por lo demás, Mayer distingue varios contextos políticos diferentes en los que la estrategia contrarrevolucionaria puede ser llevada a la práctica: contrarrevolución preventiva, posterior, anticipada, mediante golpe, subrepticia, con apoyo externo, impuesta desde el exterior,... Intentando determinar la forma en la que cada una de tales modalidades de estrategia contrarrevolucionaria se desarrolla.
Un estudio, por lo tanto, muy interesante. Es cierto, no obstante, que tiene una limitación muy importante: al limitarse a presentar una teorización general y abstracta, sin ningún estudio de casos, uno tiene la impresión de que acaso la elaboración tienda un tanto en exceso hacia el esquematismo. De cualquier forma, resulta ser una aportación extremadamente sugerente para fundamentar teóricamente el análisis histórico de los procesos revolucionarios.