En este libro, Arno J. Mayer examina y pone en cuestión un tópico asentado acerca de la historia contemporánea europea (en particular, de la whig history, aunque no sólo -también aqueja, por ejemplo, a buena parte de la historiografía marxista): el que afirma que las "revoluciones burguesas" de finales del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX pusieron fin al "Antiguo Régimen" y dieron paso a regímenes políticos progresivamente concordes con el espíritu del capitalismo y con los intereses de la burguesía.
Mayer intenta demostrar, con una profusión de datos económicos, sociológicos, políticos y culturales que, en realidad, lo que sucedió más bien es que las clases sociales "ascendentes" (los diversos estratos de la burguesía) se incorporaron a sociedades y a regímenes políticos que seguían siendo, en esencia, "antiguo régimen", bien que netamente alterados por las transformaciones socioeconómicas. Pese a todo, la hegemonía social y política seguía hallándose en manos de las tradicionales clases nobiliarias, con las que la nueva burguesía fue forjando alianzas, en pro de la protección estatal de sus negocios y de afrontar la lucha de clases con la -esta sí- verdaderamente ascendente clase obrera. La nobleza poseía armas políticas importantes, de las que carecía la burguesía: conexiones directas con el aparato estatal; relaciones de patronazgo entre el campesinado, el artesanado y el subproletariado urbano; y una ideología "fuerte" (acerca de su presunta excelencia y superioridad), que le permitía (a diferencia de las contradicciones a las que la ideología liberal abocaba a la burguesía) justificar sus actuaciones y presentarlas como legítimas.
(En último extremo, Mayer aduce que es preciso distinguir entre las tendencias que son meramente prominentes, a causa de su novedad y de su carácter -visto de forma retrospectiva- potencialmente transformadoras, y las caracterizaciones globales de una situación social dada. Que las primeras pueden resultar más importantes a muchos efectos explicativos (para explicar el sentido del cambio social, por ejemplo). Pero que solamente las segundas dan cuenta del estado de cosas existente en un momento dado. Y permiten, por consiguiente, explicar los fenómenos sociales más importantes en tal momento.)
En el trasfondo del análisis, está el examen de las causas que condujeron a la primera guerra mundial y a la crisis sociopolítica posterior. En opinión de Mayer, el recurso intencionado a una guerra total (a diferencia de las guerras con objetivos limitados que habían proliferado a lo largo de los siglos anteriores, cuando se trataba tan sólo de resolver diferencias de intereses dentro de la propia aristocracia europea) constituyó la respuesta racional -bien que cruel- al crecimiento de la inquietud social ante la persistencia de la dominación económica, social y política por parte de la alianza entre aristocracia y gran burguesía, en el seno de regímenes políticos dudosamente democráticos y profundamente injustos. Una respuesta que pretendía bloquear dicho crecimiento de la resistencia popular: que habría estado ocasionada, pues, antes por razones políticas internas que por otras propiamente internacionales (de competencia inter-imperialista). Aun cuando, como es obvio, no fue capaz de conseguir su objetivo de bloquear la resistencia, sino que, antes al contrario, acabó por ocasionar la definitiva intromisión de la política en las relaciones internacionales, así como una oleada revolucionaria (y la consiguiente reacción contrarrevolucionaria) que sacudió a Europa a lo largo de más de cuatro décadas. (El fracaso de la estrategia de bloqueo daría lugar, con posterioridad, a nuevas estrategias contrarrevolucionarias, bastante más agresivas: intervención armada exterior, fascismo, etc.)
Sin duda, un estudio original y lleno de sugerencias para todos los estudiosos de la historia política contemporánea (que, en realidad, y a través de las consecuencias de la segunda guerra mundial, incide incluso en la situación política de nuestros días).
Mayer intenta demostrar, con una profusión de datos económicos, sociológicos, políticos y culturales que, en realidad, lo que sucedió más bien es que las clases sociales "ascendentes" (los diversos estratos de la burguesía) se incorporaron a sociedades y a regímenes políticos que seguían siendo, en esencia, "antiguo régimen", bien que netamente alterados por las transformaciones socioeconómicas. Pese a todo, la hegemonía social y política seguía hallándose en manos de las tradicionales clases nobiliarias, con las que la nueva burguesía fue forjando alianzas, en pro de la protección estatal de sus negocios y de afrontar la lucha de clases con la -esta sí- verdaderamente ascendente clase obrera. La nobleza poseía armas políticas importantes, de las que carecía la burguesía: conexiones directas con el aparato estatal; relaciones de patronazgo entre el campesinado, el artesanado y el subproletariado urbano; y una ideología "fuerte" (acerca de su presunta excelencia y superioridad), que le permitía (a diferencia de las contradicciones a las que la ideología liberal abocaba a la burguesía) justificar sus actuaciones y presentarlas como legítimas.
(En último extremo, Mayer aduce que es preciso distinguir entre las tendencias que son meramente prominentes, a causa de su novedad y de su carácter -visto de forma retrospectiva- potencialmente transformadoras, y las caracterizaciones globales de una situación social dada. Que las primeras pueden resultar más importantes a muchos efectos explicativos (para explicar el sentido del cambio social, por ejemplo). Pero que solamente las segundas dan cuenta del estado de cosas existente en un momento dado. Y permiten, por consiguiente, explicar los fenómenos sociales más importantes en tal momento.)
En el trasfondo del análisis, está el examen de las causas que condujeron a la primera guerra mundial y a la crisis sociopolítica posterior. En opinión de Mayer, el recurso intencionado a una guerra total (a diferencia de las guerras con objetivos limitados que habían proliferado a lo largo de los siglos anteriores, cuando se trataba tan sólo de resolver diferencias de intereses dentro de la propia aristocracia europea) constituyó la respuesta racional -bien que cruel- al crecimiento de la inquietud social ante la persistencia de la dominación económica, social y política por parte de la alianza entre aristocracia y gran burguesía, en el seno de regímenes políticos dudosamente democráticos y profundamente injustos. Una respuesta que pretendía bloquear dicho crecimiento de la resistencia popular: que habría estado ocasionada, pues, antes por razones políticas internas que por otras propiamente internacionales (de competencia inter-imperialista). Aun cuando, como es obvio, no fue capaz de conseguir su objetivo de bloquear la resistencia, sino que, antes al contrario, acabó por ocasionar la definitiva intromisión de la política en las relaciones internacionales, así como una oleada revolucionaria (y la consiguiente reacción contrarrevolucionaria) que sacudió a Europa a lo largo de más de cuatro décadas. (El fracaso de la estrategia de bloqueo daría lugar, con posterioridad, a nuevas estrategias contrarrevolucionarias, bastante más agresivas: intervención armada exterior, fascismo, etc.)
Sin duda, un estudio original y lleno de sugerencias para todos los estudiosos de la historia política contemporánea (que, en realidad, y a través de las consecuencias de la segunda guerra mundial, incide incluso en la situación política de nuestros días).