El otro día estuve viendo Super 8, de J. J. Abrams (el creador de Lost y otras afamadas series televisivas). La película se deja ver, pero tiene ese "toque Spielberg" que da el productor siempre a su cine para todos los públicos y que resulta, a la vez que atractivo (la narración es siempre ágil), repelente: una renuncia, consciente, a profundizar en la historia, en los personajes (qué decir de profundizar en la forma...); en las posibilidades de la narración, en suma. Tan sólo podríamos hallar una (extremadamente superficial) reflexión acerca del papel de la visualidad en la construcción de la realidad percibida, lo que no parece mucho.
Así pues, se deja ver. Pero siempre que adoptemos -y disfrutemos con- la misma actitud con la que veríamos, por ejemplo, Planet terror, de Robert Rodriguez: un divertimento.
Y buena parte de lo más interesante de lo que podía ser explorado en lo narrado se queda, entonces, en el tintero del director...
(Véase, no obstante, una crítica mucho más entusiasta:
http://contrapicado.net/article/la-pequena-ilusion%e2%80%a6-o-por-que-recordare-%e2%80%98super-8%e2%80%99/)