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lunes, 22 de agosto de 2011

"The dancer upstairs", de John Malkovich


Esta película (único largometraje dirigido hasta ahora por John Malkovich) parece hablarnos, en voz queda, acerca de cuestiones, sin embargo, esenciales de nuestra vida contemporánea. Sin resolverlas, sin elaborar ningún discurso coherente acerca de las mismas: sin predicarnos, pues. Mas inquietándonos.

Ambientada en el momento del surgimiento de un movimiento revolucionario armado en algún innominado país latinoamericano (trasunto del Perú en el que surgió Sendero Luminoso), la historia narrada viene a plantear la pregunta de si existe algún camino, en una sociedad plagada de injustas situaciones de dominación, diferente de la pura rebelión, tantas veces (por más que moralmente pueda estar justificada) ciega, desde el punto de vista político: porque no es capaz de discriminar adecuadamente entre las víctimas de su violencia y porque rara vez es capaz de establecer una estrategia plausible y realista de transformación sociopolítica.

La respuesta, que cabe extraer de las imágenes (que la película, en todo caso, no da, ya dije que es una película en voz baja... pero que yo extraigo), es que sí, cabe un camino (encarnado por el protagonista de la película, Agustín Rejas -encarnado magníficamente por Javier Bardem) de honradez individual, de fidelidad a los propios valores. De equilibrio, en suma. Pero que tal camino pasa, necesariamente, por someterse: por sacrificar cualquier veleidad de cambio social, para preservar la propia conciencia.

Y yo me pregunto si es cierto: si no hay más sendas que la corrupción, la honradez (impotente) o la alucinada rebelión.


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