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jueves, 20 de enero de 2011

Janice E. Thompson: Mercenaries, Pirates, and Sovereigns


En este libro (Princeton University Press, Princeton, 1994) se examina el proceso histórico por el que los estados (primeramente, los europeos) construyeron el discurso acerca de que la única violencia legítima en el ámbito internacional es la que los propios estados ejerzan. Se analiza en detalle cómo los estados (que -como han explicado convincentemente Charles Tilly y Michael Mann- empiezan a surgir, sobre la base de la concentración de poderes de coerción violenta y la posterior territorialización de dichos poderes, a partir de la Baja Edad Media a lo largo de Europa) recurrieron a la violencia privada como forma de alcanzar sus objetivos. Cómo dicho recurso a la violencia privada (mercenarios, corsarios, compañías comerciales, etc.) les ocasionó sucesivas dificultades, hasta el punto de empezar a verla como un problema. Cómo se construyó el discurso para deslegitimarla. Y cómo, por fin, se adoptaron medidas para eliminarla.

A nuestros efectos, las ideas más interesantes que merecen ser destacadas son:

- En primer lugar, que la soberanía del Estado en el plano internacional no es una realidad asentada y "natural", sino un proceso histórico, cambiante: los estados son más o menos soberanos, su soberanía es más amplia o menos.

- En segundo lugar, que el alcance de la soberanía estatal en el plano internacional no depende fundamentalmente de factores internos (aunque, de todos modos, sí en alguna medida), sino ante todo de la situación del sistema internacional de estados.

- En tercer lugar, que la cuestión normativa (la legitimidad o ilegitimidad de la violencia privada en el plano internacional) ha venido siempre después de que la cuestión fáctica (el problema práctico ocasionado por la violencia privada a los estados) hubiese aflorado.

- Por fin, esa "porosidad" de la sobernía internacional de los estados, así como de su monopolio sobre el uso internacional de la violencia (que nunca ha sido total, aunque sí, hoy en día, ampliamente predominante), implica que tanto la una como el otro están sujetas a los cambiantes movimientos políticos. Hoy, ante todo, a los derivados de los proceso de globalización (en condiciones de imperialismo y de desigualdad internacional).


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