Esta película constituye una adaptación de la conocida novela de William Golding.
Como es sabido, la novela de Golding plantea inquetantes cuestiones en torno a la naturaleza humana: un grupo de niños, perdidos en una isla desierta, van abandonando progresivamente sus inhibiciones morales, hasta convertirse en unos seres bárbaros (utilizo conscientemente este término, eminentemente ambiguo, porque cualquier otro resultaría impropio: ¿salvajes, bestiales,...-ni los pueblos de culturas originarias ni otras especies animales practican la crueldad sin sentido de los personajes de esta novela?). Podríamos decir, entonces, que la novela de Golding es el justo "Anti-Robinson Crusoe": si aquella novela trataba sobre la dominación racional de las pulsiones primitivas, esta, al contrario, versa sobre el renacimiento de las mismas.
Peter Brook opta por una adaptación que resulta extremadamente infiel en cuanto a sus detalles (buena parte del argumento de la película es distinto de la historia narrada en la novela). Pero que, sin embargo, acaba por ser muy fiel a su espíritu, en tanto que es capaz de reflejar muy adecuadamente -aunque no tan bien, desde luego, como Golding- el creciente ambiente de enloquecimiento en el que los niños van progresivamente adentrándose, en su camino hacia el horror.
Para ello, recurre a una narración entrecortada y algo fragmentaria. Formalizada, desde el punto de vista visual, a través de una fotografía y un montaje un tanto enfáticos (pero efectivos, en términos narrativos).
Así pues, al igual que la novela en la que se basa (aunque sin tanta profundidad como ésta), estamos ante un material muy útil para detenerse a pensar sobre moralidad, cultura y naturaleza humana.
Es posible ver la película completa aquí:
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