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miércoles, 15 de noviembre de 2023

So-seol-ga-ui Yeong-hwa (=La novelista y su película) (Hong Sang-soo, 2022)



A pesar de resultar trabajoso, a causa de lo prolijo de su producción, ya hace años que sigo con atención la obra cinematográfica de Hong Sang-soo, pues me parece uno de los directores contemporáneos que, al tiempo, proporciona narraciones más emocionantes y, al tiempo, más y mejor ajusta la forma cinematográfica de sus películas (siempre modestas, en trama, en aparato de producción y en formas visuales) a sus pretensiones.

En estos últimos años, las películas de Sang-soo se han ido inclinando progresivamente hacia una reflexión detenida acerca de la condición de artista y de la creación. En su tono mesurado, como en voz baja, los personajes de sus últimas películas son todos ellos intelectuales y artistas, que se enfrentan (en sí mismos y/o en su entorno) a las debilidades, contradicciones, paradojas y dilemas que conlleva crear (ideas y/o formas nuevas) en un contexto social -el coreano, pero como mero ejemplo de algo mucho más extendido- que apela más bien a lo sabido, lo presupuesto, lo adocenado, lo cómodo.

En esta misma línea, So-seol-ga-ui Yeong-hwa vuelve a fijar su atención en esa clase de personajes: una escritora famosa, otra fracasada, un director de cine, una actriz, un aprendiz de director, un poeta también fracasado,... Y vuelve otra vez asimismo a dramatizar, en el característico tono menor del director (mediante largas escenas de diálogo -muchas veces en torno a una mesa en la que se consumen generosamente bebidas alcohólicas-, filmadas con una cámara prácticamente inmóvil -apenas algún ligero reencuadre- y sin música extradiegética alguna) esas mismas tensiones, dilemas y contradicciones.

Y, sin embargo, la película que hoy comento destaca sobre las otras varias con idéntico tema que el director ha rodado en estos últimos años. Y lo hace, de una manera particularmente emocionante, cuando avanza, más allá del retrato descarnado de las debilidades de los/as creadores/as, hasta convertirse en una suerte de cántico lírico al valor de la creación misma (por encima de la condición demasiado humana de sus autores/as).

So-seol-ga-ui Yeong-hwa, en efecto, narra no solo -aunque también- la historia de unos/as artistas en diferentes situaciones sociales y actitudes estéticas (algo que habíamos visto ya en anteriores películas de Sang-soo), sino que va más lejos, al reivindicar explícitamente el valor (estético... humano) de la creación artística pura, sin ataduras ni compromisos. Y lo hace, además, no solo en el plano discursivo, sino además en su praxis: mientras que durante casi toda la película hemos contemplado cómo una escritora (Kim Junhee, protagonista de la película -Lee Hye-yeong) defiende una y otra vez la importancia de la integridad artística del/la creador/a, las últimas escenas de la película vienen a poner en práctica dichos principios. Y lo hace mostrando cómo una imagen sencilla, filmada también de un modo simple (una actriz caminando y formando un ramo de flores) puede constituir, sin embargo, una imagen tremendamente emocionante, reveladora... trascendente.

(Aquí, la trascendencia es representada visualmente a través de la aparición final de imágenes en color, cuando hasta ese momento toda la película ha transcurrido en blanco y negro.)

De este modo, Sang-soo elabora una reivindicación auténticamente conmovedora de lo que significa en realidad la integridad artística y la creación de -por emplear el adagio de Jean-Luc Godard- "justo una imagen". Del valor propio y único de esta. Y lo hace, como decía, ejerciendo dicha libertad, dicha integridad, dicha capacidad de creación.




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