"La vida, y nada más", podría haberse titulado esta película. O de cómo el amor sucede al amor, la esperanza a la desesperación (y a la nueva esperanza, otra desesperación le está ya rondando), a la muerte la vida... Y cómo, mientras tanto, la vida pasa. Y, mientras tanto, soñamos, soñamos, fútilmente casi siempre.
Garrel, con un tono más sereno y contemplativo en términos visuales, reduciendo la complacencia con sus personajes que en alguna otra película (La naissance de l'amour, por ejemplo) puede resultar abusiva para un espectador no cómplice, nos presenta un tramo de vida. ¿Desesperanzada? No, simplemente es: nada más, nada menos.