L@s ciudadan@s de los estados occidentales desarrollados estamos acostumbrad@s (a causa de ese pensamiento racista que tiende a atenazarnos) a pensar que los problemas políticos de la contrainsurgencia tienen lugar exclusivamente en "estados fallidos", lejos de nosotr@s. Sin embargo, Daniele Ganser nos demuestra, con pruebas, que esto no es cierto: también en nuestras bollantes democracias (demediadas) las estrategias políticas contrainsurgentes han tenido, y aún tienen, presencia muy activa.
Ganser nos cuenta detalladamente, en efecto, en su libro (El Viejo Topo, Barcelona, 2010) cómo el bloque social dominante en los estados occidentales, después de finalizar la Segunda Guerra Mundial, promovió el desarrollo de una estrategia contrainsurgente, orientada a evitar que la izquierda transformadora pudiera llegar a controlar el gobierno en ninguno de dichos estados. Y cómo dichas estrategias fueron coordinadas y dirigidas desde los centros de mando del imperialismo norteamericano en Europa. Y cómo las mismas acabaron por triunfar, a través de la acción encubierta, pero también del golpe de Estado (en Francia, en Italia) y de la acción armada (en Italia, en Grecia), aun allí donde la izquierda anticapitalista tenía más fuerza.
Es interesante constatar cómo, frente a interesadas visiones etnocéntricas, la teoría política de la contrainsurgencia es de aplicación también (con pequeñas adaptaciones) en los estados del centro del imperio. Cómo, por consiguiente, en contra de lo que la ideología liberal (despolitizadora) propugna, no es posible hablar con sentido de "terrorismo", o de rebelión, o de Derecho Penal político, sin hacer referencia a ese límite implícito a tales conceptos, que es el de la guerra civil (también la contrainsurgente).