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lunes, 8 de febrero de 2010

"Ici et ailleurs", del Groupe Dziga Vertov: retórica izquierdista y arte político



"Pobre idiota revolucionario, millonario en imágenes de revolución."
Ici et ailleurs

Esta película, publicada en 1974, es la revisión (¿deconstrucción?) de otra que el grupo había elaborado en 1970... que entonces se titulaba Jusqu'à la victoire (nunca publicada), acerca de la lucha del pueblo palestino por su liberación. Sin embargo, en los cuatro años transcurridos muchas cosas han sucedido: a la lucha palestina ("septiembre negro", Múnich 1973, etc.)... e, intuimos, también a la confianza de los propios cineastas en el efecto político de su labor.

En efecto, Ici et ailleurs constituye (y, precisamente por ello, es de las películas más interesantes del Groupe Dziga Vertov) un (auto-)cuestionamiento de la retórica gauchista que recorría buena parte de la filmografía anterior del grupo: como acaba diciendo la voz en off que nos dirige a lo largo de la película, la cuestión es por qué dicha retórica quiere hacer decir a las cosas algo más de lo que las mismas parecen querer decir... (Es, en este sentido, Ici et ailleurs una película netamente elegíaca.) Una acción armada es una acción armada (¿pero es, además, algo más que una acción armada?).

La cuestión, planteada con mayor propiedad, es, según entiendo: ¿cómo pasar de los hechos empíricos (brute facts) al análisis político global (meta-relato) sin, en el camino, perder el sentido -significado- y caer en el mero retoricismo (esto es, en la retórica sin fundamento... teórico, sea como ejercicio de wishful thinking, como ejercicio puramente formalista, esteticista,...)? Es sabido que toda una corriente de pensamiento (posmoderno, pero también moderno: el más craso positivismo) ha negado que tal tránsito sea posible. Sin embargo, la experiencia histórica nos dice que ello nos aboca a la impotencia, tanto teórica como política, ya que, en ausencia de "grandes relatos", en realidad resta siempre un único gran relato, el hegemónico, el impuesto por los grupos sociales dominantes: si renegamos de Marx no quedamos en manos de los hechos, sino en manos de Hayek y de su mitología.

La cuestión, entonces, es de control: ¿cómo controlar el análisis, para que siga correspondiéndose -de un modo abstracto, sin duda- con los hechos? En el plano de la teoría, y a partir de la crítica de los excesos cometidos en la teoría crítica de los años sesenta/ setenta, se viene intentando, con diversos grados de éxito: marxismo analítico, posmodernismo de izquierdas (Vattimo, Jameson, Derrida), pensamiento ecosocialista,...

¿Y en el plano del arte? Aquí es evidente que el nivel de abstracción ha de ser menor... o diferente, al menos, por cuanto que el arte opera siempre con categorías (en alguna medida, al menos) sensibles. ¿Cómo, entonces, construir un gran relato -esto es, no simplemente una narración realista sobre un caso particular- que no sea principalmente retórica (al modo, por ejemplo, de Novecento, de Bernardo Bertolucci)?

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