He vuelto ayer a escuchar, siempre con placer, el álbum Histoire de Melody Nelson, de Serge Gainsbourg (y J. C. Vannier, con una pequeña colaboración de Jane Birkin). En lo musical, aun con un ligero toque kitsch (no puede disimular su ubicación en los años 70), la combinación de bajo funk, guitarras eléctricas rabiosas, orquestaciones y recitados (apenas se canta) resulta verdaderamente apreciable.
En cualquier caso, obviamente, su encanto procede ante todo de la historia que narran sus letras: ya sabéis, esa historia de amor entre un hombre de mediana edad (Gainsbourg mismo… al menos, su personaje) y una adolescente, a la que encuentra por casualidad (la golpea con su coche y la hace caer de su bicicleta) y con la que entabla una relación apasionada y sexual. Relación que se quiebra con la muerte de Melody en un accidente aéreo. Y ese “culto” que luego él, desesperado, mantiene en adoración de Melody (como los papúes lo mantienen hacia los restos del avión siniestrado), “n’ayant plus rien à perdre ni Dieu en qui croire”. La música pretende resultar, por ello, intencionadamente febril, exponiendo algo que es semejante a una pesadilla romántica. (Aun con la misma música, nadie apreciaría este disco, desde luego, si hablase –qué sé yo- de turismo en Benidorm.)
…Pero se trata de una pesadilla sólo para varones, claro está: nuestra vieja –en todos nosotros inculcada- fantasía masculina vieja (propia de nuestra madurez) de la seducción de la lolita, que tantos ensueños eróticos (y tanto negocio pornográfico) ocasiona. En la que la mujer es solamente el objeto (de nuestros ensueños, de nuestros deseos). Conviene, por ello, tomársela cum grano salis: disfrutarla (los mojigatos, al fin y al cabo, únicamente revelan su miedo, pero no que carezcan de esa misma fantasía), mas con los ojos abiertos a su sexismo apenas disfrazado.
Por ello, propongo, a los varones adultos que hayan sido capaces de superar ya –al menos, racionalmente- el romanticismo naïf y deseen una visión más realista, aunque aún exclusivamente masculina, del tema, leer un par de obras literarias en las que esta fantasía ha sido vuelta del revés:
- La historia del buen viejo y la hermosa muchacha, de Italo Svevo.
- Un amor, de Dino Buzzati.
Desde el punto de vista femenino, lo más parecido a un análisis que recuerdo haber leído (seguramente, es solamente mi ignorancia) sobre el tema es Las edades de Lulú, de Almudena Grandes, obra que –más allá de sus virtudes como objeto erótico- ni literaria ni analíticamente me parece gran cosa.