El otro día estuve viendo esta película (que estaba en mi larga lista de pendientes...) y me llevé una grata sorpresa. Particularmente, por la capacidad de director y guionistas (el mismo director, junto con John Kruse) para retratar con notoria crudeza un ambiente de masculinidad tóxica en el ámbito laboral, promovida y fomentada por la precariedad y la sobreexplotación por parte del empleador.
La película, en efecto, rezuma violencia (tanto contenida como explícita). La solidaridad de clase brilla por su ausencia, entre unos trabajadores abocados a competir entre sí, como lobos, por el premio a la productividad, en una empresa (de transportes) que organiza el trabajo bajo la idea de trabajo a destajo.
Con unos actores tan espléndidos como suelen serlo los británicos de la época y una realización funcional, sí, pero notablemente dinámica (excelentes tanto las secuencias de conducción temeraria y peligro, como las de enfrentamiento personal y violencia física), la narración mantiene constantemente en tensión al/la espectador(a), transmitiéndole con eficacia la incomodidad de una comunidad lanzada a una loca carrera hacia la destrucción. Todo en nombre de la maximización de beneficios de la empresa.
Una película muy recomendable, por lo tanto. Breve, contundente, llena de sugerencias temáticas y con una narratividad excelente.
