 |
| Protestas por el uso del velo en Irán |
Recomiendo la lectura de este artículo (aparecido en el nº 333 -julio 2023- de Le Monde Diplomatique en español, pero también disponible online aquí) porque analiza con detenimiento y clarividencia un asunto que, en el debate (etnocéntrico) occidental, suele ser abordado desde perspectivas repletos de prejuicios racistas y orientalistas.
Se explica, así, cómo una de las fuentes principales de la petrificación de la dominación machista y heteronormativa en los países árabes fue el esfuerzo por parte de las potencias colonizadoras por aplicar en los territorios colonizados su interpretación de las normas islámicas: convirtiéndolas en la base una legislación que atribuía identidades rígidas (mujer/ varón, homosexual/ heterosexual,...) y etiquetaba a individuos y grupos; estableciendo para cada uno de ellos normas -jurídicas- de conducta (acompañadas de las correspondientes sanciones) de aplicación general y obligatoria (frente a la tradicional vaguedad de contenido y flexibilidad en la interpretación y aplicación, características de las normas -sociales- islámicas). De este modo, el compromiso occidental con la racionalización del poder (generalidad, legalidad, aplicación preceptiva del Derecho, etc.) habría contribuido a reforzar las herramientas de la dominación. (Herramientas aprovechadas luego por otras élites de poder: sátrapas, grupos islamistas, etc.)
En un sentido similar, se explica cómo esta estructura social de dominación en ningún caso puede ser desmontada eficazmente desde el poder ("feminismo desde arriba", tecnocrático y/o islámico); menos aún, desde el poder extranjero (feminismo occidentalizante, imperialismo humanitario,...). Por el contrario, únicamente un movimiento feminista popular, es decir, originado en (y definido por) las propias poblaciones (especialmente, la población más joven), que necesariamente irá vinculado a luchas más generales en pro de los derechos humanos, la democracia y la justicia social, puede producir la transformación social, política e ideológica (y, en último término, también jurídica -pero tan solo en último término) que asegure la vigencia de los derechos de las mujeres y de la diversidad sexual. (De hecho, tal movimiento ya existe -Irán, Afganistán, Arabia Saudí,...- y está en lucha, aunque no siempre reciba el tratamiento justo por parte de sus potenciales aliadas en Occidente...)
