Estas últimas semanas he estado leyendo este libro, recientemente aparecido (Marcial Pons, 2021). Se presenta como un curso avanzado de teoría general del Derecho y, efectivamente, lo es. De hecho, yo diría que, si no es lo mejor que se ha escrito en castellano con esta pretensión, se le aproxima mucho. Yo, al menos, no he leído ningún otro libro con pretensión de exhaustividad en el tratamiento de los temas que sea capaz de combinar, como este, rigor conceptual, una selección extremadamente adecuada de fuentes y una presentación clara, pero profunda, de todos los problemas abordados y de las soluciones propuestas a los mismos. Es seguro que sobre cada uno de los problemas abordados existen obras más profundas y originales. Mas dudo que haya alguna que iguale a esta en una presentación tan completa de casi todos los problemas de la teoría general del Derecho (y, desde luego, de los más fundamentales), ni en castellano ni tampoco en otros idiomas.
Jorge Luis Rodríguez se reclama partidario de un enfoque "analítico" en teoría del Derecho; vinculándose, pues, a la tradición analítica en filosofía. Caracterización esta que, como él mismo destaca en la introducción del libro, le lleva a centrar su atención en la cuestión de la relación existente, en el conjunto de prácticas sociales que solemos calificar como "jurídicas", entre lenguaje, conceptos y realidad material. Esto, en la práctica, significa ocuparse principalmente de la naturaleza de las normas, de los sistemas jurídicos y de los enunciados de la ciencia jurídica; del Derecho como institución social (o conjunto más o menos interrelacionado de instituciones) peculiar; y de los procesos de creación y -sobre todo- de aplicación del Derecho, esto es, del razonamiento jurídico y de la justificación de las decisiones jurídicas.
Quedan, por lo tanto, fuera del campo de consideración de esta obra los problemas que tienen que ver con la teoría de la justicia. Cuando menos, no son abordados directamente, aunque, pese a ello, son muchos los apuntes sobre cuestiones morales y políticas relevantes para la identificación y aplicación del Derecho (sobre, por ejemplo, el rol de la argumentación y de la ponderación en las decisiones judiciales, sobre el fenómeno del neoconstitucionalismo, etc.) que aparecen y que resultan de interés (incluso si, como es mi caso, no se comparte el escepticismo metaético de que Rodríguez dice partir).
En todo caso, ciñéndonos a lo que la obra ofrece (sería absurdo criticar la ausencia de lo que no se ha pretendido tratar en ella), he de decir que la exposición, análisis y propuestas de solución me han parecido magníficamente detalladas y elaboradas. Y, en general (a salvo de pequeños matices y discrepancias), muy convincentes, en su apuesta por una teoría positivista pura de lo que es el Derecho (positivo), una separación tajante entre moral y Derecho y una conceptuación extremadamente precisa desde el punto de vista filosófico de cuáles son y qué naturaleza tienen las -por usar la expresión de M. Atienza y J. Ruiz Manero- "piezas del Derecho"; es decir, las normas, los enunciados de la dogmática, los conceptos jurídicos básicos (derecho, deber,...), los sistemas jurídicos y los procesos de interpretación y aplicación del Derecho.
Recomiendo, pues, vivamente a cualquier jurista que esté interesad@ en ordenar sus conceptos jurídicos básicos y dotarlos del mayor grado de precisión posible que lea y relea este libro y que lo convierta en una obra de referencia. Por lo que cuenta, por cómo lo cuenta y por la enorme cantidad de pistas (para nuevas lecturas, selectas y bien ordenadas) que proporciona a quien lo lea con inquietudes ulteriores.
