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lunes, 22 de abril de 2019

Punitivismo e impotencia política: una hipótesis


Hace unas semanas, el Presidente del Partido Popular, Pablo Casado, nos sorprendía con una de sus muchas ocurrencias: pedía ampliar el ámbito de aplicación de la pena de prisión permanente revisable a los delitos de incendios "con víctimas mortales". ¿Muertes causadas dolosamente, o también las meramente imprudentes? No lo sabemos, probablemente tampoco él...

Sea como sea, me dio por pensar acerca de las razones que pueden llevar a un político demagogo a usar y abusar del punitivismo como recurso político. Es evidente que en muchos sectores sociales (¡en demasiados!) la promesa de tener "mano dura con el crimen" resulta atractiva y que, por ello, el punitivismo tiene cierto tirón electoral.

Y, sin embargo, tengo la impresión de que la explicación exclusivamente electoralista del recurso al punitivismo por parte de los partidos políticos es una explicación parcial del fenómeno, que dice algo cierto, pero no toda la verdad. Porque, según creo, la cultura del punitivismo está imbricada mucho más profundamente con la dinámica política contemporánea de lo que implicaría meramente su función en la demagogia electoralista.

En concreto, me atrevo a formular la siguiente hipótesis: un político o partido político será tanto más punitivista, en un tema determinado, cuanto menor sea su voluntad y/o sus posibilidades de proponer, aprobar y llevar a la práctica una política pública que sea capaz de afrontar el problema. Y será tanto menos punitivista (por mejor decir: hará propuestas punitivas racionales, analizando costes y beneficios, cuestiones de eficiencia y eficacia) cuanto más capaz y dispuesto esté a llevar a cabo dicho política pública.

Me parece que los ejemplos que respaldan esta hipótesis son numerosos: la posición del PSOE e IU acerca del trabajo sexual, la de la Unión Europea acerca del terrorismo, la del PP acerca de la pequeña delincuencia patrimonial o la de Cs acerca de la ocupación ilegal de viviendas son buenos ejemplos de ello. Aunque, por supuesto, una validación empírica de mi hipótesis precisaría de ulteriores y más amplias y sólidas evidencias empíricas.

Así pues, ciudadano, ciudadana, desconfíe: si algún político, cuando le preguntan qué va  a hacer para afrontar el problema social de..., responde que "elevar las penas", tenga la casi completa seguridad de que no piensa hacer nada; de que el problema va a seguir sin resolverse.


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