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miércoles, 15 de agosto de 2018

Carlos M. Madrid Casado: Filosofía de la Cosmología


El libro que hoy comento (Pentalfa, 2018) tiene por objeto el análisis crítico, desde la perspectiva de la filosofía de la ciencia, de la construcción teórica de la Cosmología contemporánea, que, a partir del "Modelo estándar" de la Física de partículas y de un cúmulo de observaciones astronómicas, viene elaborando hipótesis acerca del origen y evolución del universo  como un todo (y/o de los múltiples universos que podrían estar existiendo o haber existido): Big Bang, modelo inflacionario de universo en expansión, teorías del todo,...

La tesis fuerte del autor es la de que en realidad, en contra de las pretensiones de plena cientificidad del conjunto de las teorías cosmológicas (pretensiones que usualmente se argumentan a partir precisamente del hecho de que las justificaciones a las que se recurre para fundamentar dichas teorías sean teorías científicas -con su correspondiente evidencia empírica de base- muy acreditadas), buena parte de las mismas no cumplen, ni por razones teóricas ni por razones metodológicas, con los criterios de demarcación propios de la ciencia.

Por razones teóricas: porque existe una sobresaliente -mucho más de lo habitual en ciencia- infradeterminación empírica de las teorías cosmológicas, que, a partir de muy pocos datos empíricos observados, más el presupuesto -no verificable- de que las leyes físicas actualmente vigentes lo estaban en el origen del universo y lo están asimismo por igual actualmente en todas sus partes (aun las más lejanas y jamás observadas), pretenden justificar ambiciosísimas afirmaciones acerca de la historia del universo (o de los multiversos), que podrían tener parte de verdad, pero que también podrían incorporar a su contenido elementos que en realidad son puramente míticos.

Pero también por razones metodológicas: puesto que la Cosmología no puede manipular experimentalmente su objeto de estudio y ve extremadamente limitadas sus posibilidades de observar la realidad que pretende explicar, de manera que tiende a intentar sustituir verosimilitud empírica por viabilidad matemática (cuando, obviamente, que una teoría resulte matemáticamente formulable y coherente para nada asegura que represente alguna faceta de la realidad). Y porque, además, por definición, el objeto de la Cosmología (cuando menos, tal y como es habitualmente formulado), al ser el conjunto de la realidad tomada como totalidad, no permitiría en ningún caso aplicar los usuales métodos de verificación y falsación propios de las ciencias: ¿con qué otra cosa podrían intentar contrastarse las teorías elaboradas acerca de la totalidad del universo, para comprobar si funcionan también igualmente para otras realidades, puesto que, por definición, no hay nada fuera del universo para el que las teorías cosmológicas son construidas? Como se comprobará, en el fondo no se trata sino de la vieja observación aristotélica de que solamente se puede hacer ciencia de clases de objetos, mas no acerca de un objeto único...

¿Cuál es, entonces, la alternativa? Obviamente, me parece, existen dos posibles alternativas (aparte de la de cerrar los ojos y seguir confiando, a ciegas, irracionalmente, en que las teorías cosmológicas acabarán por "demostrarse", por revelarse, como verdaderamente científicas):

1ª) Rechazar radicalmente cualquier posible naturaleza científica de la Cosmología. Y, entonces, aceptarla, a lo sumo, como una suerte de mitología contemporánea (compatible, eso sí, con la evidencia proporcionada por las auténticas ciencias: la Física, la Astronomía,...), como una teoría macro-explicativa que, en tanto que tal, no debe ser despreciada (al fin y al cabo, estamos siempre ávidos de explicaciones globales acerca de la realidad), pero tampoco ubicada en el espacio de los conocimientos máximamente racionales, los científicos. En otras palabras: la Cosmología podría ser concebida como una teoría más racional que otras (por ejemplo: que la astrología, que la teogonía griega o que la teoría cristiana de la creación divina ex nihilo), por resultar más compatible con los conocimientos verdaderamente científicos existentes en la actualidad. Pero no como una teoría propiamente científica.

2ª) Reducir la ambición teórica de la Cosmología, limitando su objeto no al universo (o conjunto de universos) como totalidad, sino a aquella parte del universo que resulta -o, previsiblemente, va a resultar en un futuro no remoto- observable para el ser humano, de manera que quepa utilizar respecto de dicho objeto un cierto bagaje (limitado) de evidencia empírica y de conocimientos teóricos disponibles. Admitiendo, entonces, que en absoluto está garantizado que las teorías que se formulen acerca del universo ("nuestro" universo, el antrópicamente) cognoscible resulten aplicables al resto de la realidad. Se trataría, en realidad, de una estrategia de reducción de daños: las teorías cosmológicas, así concebidas, seguirían sufriendo de un cierto déficit de cientificidad (por las mismas razones más arriba indicadas). Pero, en todo caso, la desproporción entre lo afirmado y la base empírica y teórica de las afirmaciones sería muchísimo menor.

(Por lo demás, el libro tiene toda una primera parte -que lo desequilibra notablemente- dedicada a pergeñar la filosofía de la ciencia materialista que el autor, y su maestro Gustavo Bueno, mantienen, a defenderla frente a otras filosofías alternativas, y a aplicarla -someramente- a las Matemáticas y a la Física, en tanto que ciencias en las que la Cosmología contemporánea se viene apoyando. Creo, sin embargo, que la crítica epistemológica a las pretensiones cientifistas de la Cosmología puede mantenerse igualmente sin necesidad de aceptar todas las posiciones del autor en filosofía de la ciencia, también desde otras posiciones alternativas.)


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