En este artículo, publicado en el nº 316 (septiembre 2007) de Revista de Occidente, se analiza el problema de las fronteras y de los flujos fronterizos desde el punto de vista de la ciencia social; y, en particular, de la Economía. Es decir, en la medida en que muchas fronteras crean espacios de interacción social desigual, con agentes -a uno y otro lado de la frontera- dotados de muy diferente nivel de disponibilidad de recursos y de poder, la interacción persiste siempre, aunque bajo condiciones diferentes de la interacción "libre" (sin la presencia de la coerción fronteriza).
Análisis como este que hoy comento parecen imprescindibles para aterrizar los debates sobre políticas de extranjería, de asilo, de control de fronteras, tráfico de personas, contrabando, etc. desde el cielo de los principios en la realidad de las políticas públicas. Porque solamente atendiendo a los hechos (aquí, al hecho innegable de que las fronteras no impiden las interacciones entre ambos lados, sino que únicamente las modifican y condicionan) dichas políticas pueden llegar a ser algo más que políticas simbólicas, o puros instrumentos de tiranía.
