En tanto que película de animación, Kimi no na wa. destaca particularmente por sus características formales. En efecto, la historia que narra es una relativamente convencional, a caballo entre algunos manidos tópicos del pensamiento romántico (Doppelgänger, predestinación, afinidades electivas, etc.), atravesados -y complementados- por estrechos vínculos que se establecen entre ellos y ciertos elementos discursivos de la cultura japonesa (panteísmo, vinculación causal universal de todos los fenómenos y de todos los seres, etc.).
Lo más relevante, sin embargo, no es tanto el hecho de que se narre una historia de amor, búsqueda y desencuentro tan arraigada elementos tan populares del imaginario colectivo, cuanto la forma en la que ello se hace. Pues, con esos elementos temáticos, Makoto Shinkai lleva a cabo la construcción de una narración visual (audiovisual) extremadamente dinámica: recurriendo a las convenciones propias del cine juvenil, tanto la composición de los planos como los movimientos de cámara, así como el montaje, están perfectamente adaptados al dinamismo que se supone a una historia tal y como es experimentada por dos adolescentes.
De este modo, la película gana enormemente en fuerza (visual), exacerbando hasta el límite la capacidad sugestiva de sus componentes temáticos: basculando constantemente, en cuanto a su tono, entre lo cómico y lo romántico y melodramático... justamente, como oscilan asimismo entre ambos polos los sentimientos y las mentes de ambos adolescentes (y de casi todas las personas de esa edad).
Perfecta adaptación, pues, entre fondo y forma. Y enorme brillantez visual, para narrar una historia que, así formalizada, aparece divertida y conmovedora, a partes iguales.