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jueves, 18 de mayo de 2017

Citizenfour (Laura Poitras, 2014)


Citizenfour es un documental que narra la -hoy, conocidísima- epopeya de Edward J. Snowden, el analista al servicio de la National Security Agency que, en 2013, decidió dar el paso de revelar públicamente las estrategias y técnicas de espionaje que la agencia (y, en general, los servicios de inteligencia de los estados occidentales) venía aplicando sobre todas las comunicaciones, independientemente de la nacionalidad de la víctima o de la inexistencia de ninguna sospecha respecto de ella, en frontal violación tanto de las leyes norteamericanas como, desde luego, de todas las disposiciones internacionales en materia de protección del derecho a la intimidad.

La película, sin embargo, apenas profundiza en los detalles de tales revelaciones, Por el contrario, concentra su atención en las vicisitudes de Snowden y de cuant@s participaron en la revelación de la información que él proporcionó, para llegar a ponerse en contacto entre sí y, luego, para trabajar en la construcción de la narración detallada que debía ser objeto de publicación y de divulgación. (Pues, en efecto, desde el punto de vista periodístico -y, por ende, de la denuncia de hechos y de abusos-, una mera recopilación de datos en bruto, si éstos no aparecen integrados en una estructura narrativa adecuada, puede resultar prácticamente inútil, por falta de eficacia comunicativa.) Se narra, así, los ocho días que Snowden, los periodistas de The Guardian y la directora del documental, Laura Poitras, pasaron en Hong Kong, estructurando la información, dialogando, generando confianza de l@s un@s en l@s otr@s...

De este modo, lo que, al cabo, termina transmitiendo la película es la gesta de las decisiones morales individuales, enfrentadas -y capaces de desafiar- a las estructuras del poder. Un enfrentamiento y un desafío que, necesariamente, aparecen como fenómenos ambivalentes.: Así, de una parte, es cierto que constituyen actos de valentía, imprescindibles si el respeto a la dignidad humana tiene que subsistir, frente a los persistentes intereses de los grupos sociales y políticos poderosos, tentados siempre de sacrificar cualquier consideración moral (relativa a los derechos del pueblo) en beneficio de su propia libertad de actuación, ligada a una racionalidad puramente instrumental. De otra, sin embargo, tal enfrentamiento y tal desafío conllevan también inevitablemente sufrimiento para quienes optan por tal alternativa de acción.

Esto es lo que, en realidad, acaba por contarnos Citizenfour: cómo fue en verdad posible que, a pesar de toda la tensión, toda la ansiedad y todo el miedo que Snowden y sus colaborador@s soportaron, fuesen, no obstante, capaces de seguir adelante con su deber moral, y de prestar un servicio tan relevante a la causa de la defensa de los derechos humanos. Cómo la presión del poder puede -y debe- ser puesta en cuestión y combatida, aun cuando jamás resulte cierta la probabilidad de la victoria.




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