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sábado, 8 de octubre de 2016

The trip to Italy (Michael Winterbottom, 2014)


Segunda entrega de la serie de películas que narran viajes turístico-gastronómicos de (personajes que retratan, con mayor o menor fidelidad, a) los cómicos Steve Coogan y Rob Brydon, después de The trip (2010), que transcurría en la campiña inglesa, esta película (que, al parecer, será seguida, por otra película ambientada en España) contiene más de lo que ya vimos en la primera de las películas: imitaciones y parodias de ambos actores, de otros actores, cantantes y películas, comentarios más o menos acerados y divertidos sobre todo ello, apuntes sobre los viajes de Lord Byron y P. B. Shelley por Italia en el siglo XIX; también algunos (ligeros) comentarios acerca de los dilemas existenciales y las paradojas de los personajes que ambos actores representan, en la película y fuera de ella...

Ocurre, sin embargo, que, a diferencia de lo que ocurría en la primera película, lo que resulta verdaderamente más notable en The trip to Italy es, precisamente, lo ausente que está Italia de la película. Pues los personajes se mueven por Italia, disfrutan de sus paisajes y monumentos, y de su gastronomía. Pero, en realidad, adoptan una actitud absolutamente desapegada hacia cualquier suerte de curiosidad por la realidad (social, histórica, antropológica, etc.) que atraviesan. Hasta el punto de que, atravesando Italia, prácticamente sólo dialogan con personajes ingleses y norteamericanos, hablan sobre Gran Bretaña y sobre los Estados Unidos, se refieren a literatos anglosajones,... Lo cual no puede, desde luego, dejar de resultar sorprendente, vista la riqueza cultural e histórica (por no hablar de la realidad actual, política y social, pero también cultural) de la península italiana.

De este modo, los (de todas formas, limitados) encantos de la primera de las películas, al poner en relación la realidad de la Inglaterra contemporánea, y sus personajes célebres, con la Inglaterra ilustrada y dieciochesca, se pierden prácticamente por completo en esta película. Que podrá gustar, y entretener (y aun divertir) a los forofos de las imitaciones que Coogan y -sobre todo- Brydon prodigan; o también a los fanáticos de los juegos de referencias. Pero difícilmente a nadie más: un viaje ensimismado por Italia, de espaldas a la realidad italiana, de quienes parecen no tener el menor interés por lo que viven y experimentan; tan sólo llegar, comer, dormir y seguir viaje, tal parece ser el lema del trayecto. Si tenemos en cuenta, además, lo superficial del retrato de personajes, resulta difícil hallarle algún atractivo a esta secuela, un tanto ofensiva en su banalidad y desprecio por la diversidad cultural.




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