(Adhesiones:
Mucho. Sí, este otoño puede ser decisivo para nuestro
futuro. La frase puede sonar excesivamente dramática. Pero este otoño puede
abrir las puertas a un cambio político. Y no; no nos referimos a los posibles
pactos para formar gobiernos, ni a lo que podría suceder en futuras elecciones.
No. Se trata de ganar una de las batallas que tenemos abierta para defender la
democracia.
Porque cada vez es más evidente que la democracia se
encuentra secuestrada. Los rescates bancarios, las pérdidas de derechos
laborales o los recortes de gastos sociales son ahora impuestos por los mismos
que promovieron las políticas comerciales globales que justificaban la
mercantilización de todas las facetas de la vida. Un modelo de comercio sin
democracia que ha concentrado el poder corporativo, ha devastado el planeta y
ha dejado nuestra soberanía al servicio de las grandes empresas.
Y este otoño tenemos la oportunidad de cambiar las tornas.
Porque podemos detener las negociaciones sobre el TTIP, el tratado comercial
que negocian la Unión Europea y Estados Unidos. Un tratado que comenzó a
negociarse en secreto y que la presión popular obligó a sacar a la luz. Un
tratado que ha ido acumulando rechazo ciudadano al poner el lucro de las
grandes empresas por encima de los derechos de las personas. Un tratado que se
encuentra renqueante gracias al esfuerzo colectivo de millones de mujeres y
hombres que han creído que solo se pierde aquello por lo que no se lucha.
Este otoño también se puede impedir la ratificación del CETA,
el tratado comercial ya negociado entre la Unión Europea y Canadá. Un tratado
cuya falta de información ha sido mayor aún que la del TTIP y que incluye las
mismas concesiones a los grandes capitales que el de EEUU, razón por la que
cada vez se encuentra más en entredicho.
Este otoño la población europea y norteamericana pueden
conseguir que ambos tratados pasen a la historia. No es una quimera. Al
contrario, ahora mismo, es una victoria alcanzable. La presión ciudadana
internacional se está mostrando lo suficientemente eficaz y coordinada como
para asestar un golpe en la línea de flotación del modelo comercial imperante.
Y entre sus grietas, se pueden materializar nuevos paradigmas.
No pecamos de ilusión vana. Sabemos que el mero hecho de
derrotar estos tratados no supone un cambio inmediato de modelo. El día que se
anuncie la ruptura de las negociaciones del TTIP no se desharán los recortes, ni
se derogarán las últimas reformas laborales, ni los intereses privados
desaparecerán de la sanidad. Tampoco habrá un reparto instantáneo de la riqueza
o del trabajo. No será el día en que el cambio climático deje de ser un hecho,
desaparezca la violencia machista o que se evapore la deuda con los
mercados financieros para poder aumentar el gasto social. No. Pero esa noche
quienes tratan de obtener beneficios a costa de los derechos del resto de las
personas dormirán sabiendo que su poder tiene un límite, el de la ciudadanía
activa y organizada. Habrán escuchado el grito de liberación de quienes quieren
un modelo de desarrollo más solidario, justo y con respeto ambiental. Sabrán de
la fuerza de quienes creen que la libertad de las personas debe prevalecer
sobre la de los grandes capitales. Comprenderán algo tan sencillo como que los
pueblos deben decidir democráticamente su futuro por encima de los intereses de
las grandes empresas.
Sí, apoyamos que este sea un otoño en resistencia. Durante
todo el otoño se convocarán movilizaciones en Europa y América. Coincidiendo
con la Semana de Lucha Contra las Causas de la Pobreza, muchas ciudades
convocarán movilizaciones contra el CETA y el TTIP entre el 8 y el 15 de
octubre. Desde aquí llamamos a la ciudadanía a acudir, a participar, a
difundir. A demostrar que no se puede actuar impunemente al margen de las
personas.