Leo en la revista de mi sindicato (Trabajadores/as de la Enseñanza nº 354, enero/ febrero 2016) el dossier sobre la evolución de la inversión española en educación superior en los últimos años. Tan sólo un par de datos, significativos, que traducen en cifras objetivas el nivel de agresión a la universidad pública que venimos experimentando:
- Entre 2010 y 2015 el monto total de la inversión presupuestada en educación superior disminuyó nada menos que un 13,7 %. Así, por ejemplo, en mi universidad, la disminución en la financiación presupuestada fue del 15,7 % (!!!).
- Consiguientemente, el gasto por alumno se ha reducido un 15,6 %.
- Por capítulos, las universidades han ingresado un 17,29 % más por tasas (incremento brutal de las tasas). Pero un 19,85 % menos por transferencias corrientes desde los presupuestos públicos.
- Por lo que se refiere al gasto efectivamente realizado, ha disminuido un 14,1 %. Por capítulos, destaca sobremanera una reducción del 38 % de la inversión en capital (instalaciones, bibliotecas, equipamiento científico, etc.). Pero también los gastos corrientes (a pesar de su inherente rigidez) han disminuido en un 7,81 %. (Traducido: relevantes recortes en personal.)
Quien no lo vea, será porque no quiere verlo: la agresividad antisocial de los unos y la generalizada pasividad de los otros (rectores, por supuesto, y profesorado universitario también -porque, hay que decirlo, con todas las excepciones que se quiera hacer, lo cierto es que sólo el movimiento estudiantil ha estado a la altura) ha conducido a un deterioro muy significativo del sistema universitario público español. Veremos si hay fuerzas suficientes para revertirlo.
