Llamo la atención sobre esta pequeña película de 1932 (absolutamente característica, en lo formal, del cine de los inicios del período sonoro) tan sólo debido al hecho de que representa con particular franqueza, y crudeza, la ideología y la realidad de la dominación masculina sobre la sexualidad femenina, con su doble perspectiva, sexista (dominación de los varones sobre las mujeres) y clasista (dominación de las clases acomodadas sobre las trabajadoras).
En efecto, la trama melodramática de la película muestra abiertamente los dilemas y tensiones en el control sexista de la sexualidad femenina: una sexualidad que ha de estar disponible, pero que también debe permanecer bajo control; que ha de cumplir un papel en la represión y control del propio varón (a través de la institución del matrimonio y de la ideología del amor romántico que la encubre y pretende justificarla), además de la mujer misma. Una sexualidad concebida como recurso, también injustamente distribuido (de modo clasista).
Un pequeño, insignificante melodrama. Que, sin embargo, como tantas veces acaece en la "cultura popular" (vale decir: en cultura producida por la industria cultural con destino a las masas), permite aproximarse de manera reveladora a tópicos ideológicos que pocas veces se defienden en el plano teórico con la claridad con la que se vislumbran en estos productos culturales.