Las mujeres dependen de los hombres. Las mujeres destruyen a los hombres, cuando estos intentan satisfacer sus deseos. Pero, en realidad, los hombres no hallan otro sentido para sus vidas que el de satisfacer los deseos de sus mujeres.
Otros tantos tópicos, ampliamente consolidados en aquella parte ideológicamente más misógina de la literatura y del cine criminales, a través del personaje de la femme fatale y de sus vicisitudes.
En Magical girl, Carlos Vermut realiza una nueva variación en torno al tema. Rebajada, ciertamente, de la retórica más explícita: en el plano ideológico, ya que la historia no resulta tan explícitamente machista; pero también en el formal, ya que se rebaja intencionadamente el tono melodramático de una trama que apunta hacia él.
Y, a pesar de ello, lo cierto es que en Magical girl nos hallamos claramente dentro del ámbito del melodrama (aunque sea rebajado de tono), en relación con el cual la trama criminal (poco trabajada, más bien superficial) constituye ante todo un pretexto para el desarrollo dramático.
Al final, resulta evidente que no estamos tan lejos de la estética del cine más maduro de Pedro Almodóvar, con sus constantes ejercicios melodramáticos, trufados de referencias culturales pop y de enrevesadas (¡e increíbles!) tramas de intriga. Un cine que, a mi entender, resulta harto cuestionable, tanto en el plano ideológico (por recurrir una y otra vez a estereotipos sesgados) como en el estético (por abusar de la retórica del melodrama).
Es evidente, en este sentido, el esfuerzo del director de Magical girl para rebajar el tono, tanto ideológico como estético, en comparación con el modelo original. Y, sin embargo, tengo para mí (que, como acabo de señalar, no soy un gran admirador del cine maduro de Almodóvar) que, en este ejercicio de reducción, algo esencial se pierde, en relación con el modelo original, en los dos sentidos.
Así, por una parte, en el plano ideológico, mientras que los personajes del cine de Almodóvar se abonan siempre, de algún modo, a la revisión y subversión de los estereotipos de género y de orientación sexual, en Magical girl no existe cuestionamiento alguno, sino reforzamiento, de tales tópicos. Y, en segundo lugar, por lo que hace al aspecto formal, la rebaja de tono en el empleo de la retórica melodramática (de manera que nos hallaríamos ante un auténtico underplayed melodrama) vuelve a la narración mucho más convencional, renunciando a los valores estéticos que la retórica del exceso -tan cara a Almodóvar- indudablemente posee.
De este modo, Magical girl queda, me parece, en un incómodo territorio intermedio (entre el cine criminal más convencional y el melodrama), de dudosa habitabilidad estética.