X

Formulario de contacto

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *

martes, 5 de agosto de 2014

Xavier de Maistre: Voyage autour de ma chambre


Este texto breve, ágil y desenfadado, escrito por un aristócrata ilustrado y contrarrevolucionario, se acoge a la entonces ya muy consolidada y prestigiada tradición literaria de los libros de viajes, para desentrañarla: siguiendo la estela del magnífico y reciente A sentimental journey through France and Italy de Laurence Sterne, Xavier de Maistre recurre al humor y a la ligereza para reconstruir (de manera mucho más radical que su antecedente) la idea de viaje como un episodio que deviene esencialmente mental, subjetivo. Y que así -con un enfoque predominante subjetivo- ha de ser narrado.

La apuesta de De Maistre es radical: narrar el viaje (mental) de quien no puede salir de su habitación (por razón de un arresto, mas esto resulta irrelevante). Y, sin embargo, está dotado de la suficiente libertad de espíritu como para que todos los días de encierro -que, ciertamente, desde un principio se sabe breve- se conviertan en una experiencia memorable: digna de ser narrada.

La narración entonces divaga expresamente, entre el humor y la consideración (siempre escueta, esbozada,... ensayística) de algunas cuestiones profundas y de otros problemas y obsesiones personales de su autor.

Así, se nos viene a decir, todo lo que nos ocurre (todo lo que merece la pena que sea narrado por nosotr@s) es aquello que está sucediendo o que ha sucedido en nuestra mente. Porque todo lo exterior nos llega tan sólo a través de la experiencia mental que nosotr@s tenemos de ello: los datos de la realidad externa y nuestras emociones más íntimas, no hay en realidad una diferencia esencial entre ellas, en el modo en que experimentamos ambas; siempre subjetivo, siempre mental, siempre mediado -como le ocurre al narrado de este viaje- por las estructuras de nuestra mente (y por sus obsesiones).

Lo que, al cabo, acaba desprendiéndose para el/la lector(a) atent@ de este Voyage autour de ma chambre es una ambigua sensación: que el viaje -este viaje esencialmente mental- da lugar, sí, por una parte a la más excelsa joie de vivre, esa que en el texto se plasma en el inalterable humor burlón del narrador, sobre sus circunstancias y sobre sus propias preocupaciones y las de los demás. Pero que, al mismo tiempo, esa naturaleza ineluctablemente subjetiva del viaje, de la experiencia (y, por ende, su esencial inefabilidad, la imposibilidad de lograr algo más que una mediocre aproximación verbal, cuando intentamos -como tantas veces es nuestro deseo más intenso- comunicársela a l@s demás), hace que no podamos evitar, en nuestro fracaso al intentar expresarlo y comunicarnos, el surgimiento inevitable de la melancolía...

("Oh, mi bestia, mi pobre bestia, ándate con mucho cuidado!", acaba el relato, en el momento en que el narrador va a ser puesto en libertad y tendrá que enfrentarse otra vez a la realidad del mundo exterior... y la posibilidad -probabilidad, más bien- de dejarse arrullar por sus embelecos, que oculten la verdad revelada durante el encierro. Contundente advertencia, que convendría no echar en saco roto.)


Más publicaciones: