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martes, 19 de agosto de 2014

Splice (Vincenzo Natali, 2009)


Recupero ahora esta película, que en su momento tuvo una difusión limitada, para recomendarla: siendo como es una película con vocación claramente comercial, sin embargo, contiene una historia de ciencia-ficción altamente sugerente. La película no es relevante desde un punto de vista formal, ya que, en este aspecto, se amolda plenamente a las convenciones estilísticas propias del cine actual más comercial.

Y, sin embargo, dentro del género, destaca sobremanera el tratamiento extremadamente intimista que se aplica al desarrollo dramático de la trama. De manera que lo que comienza siendo una historia más acerca de los peligros de la innovación científica (en la vieja senda abierta por el Frankenstein; or: The modern Prometheus, de Mary Shelley) se convierte, en virtud de dicho tratamiento tan idiosincrásico (y contrario a lo que es habitual en las muestras más adocenadas del género), en un drama sobre la paternidad/ maternidad, el complejo de Edipo y el tabú del incesto.

Justamente, ese recurso formal (una trama desarrollada de un modo intimista) da lugar a que queden  así marginados los tópicos temáticos más habituales en el subgénero, en los que el monstruo es presentado como un extraño (tanto si es visto como un ser maligno o como uno benigno). Aquí, en cambio, el "monstruo" es uno de los nuestros. con quien interactuamos, a quien pretendemos hominizar, y que genera todas las reacciones emocionales -tanto positivas como negativas- que nos suscitan los seres humanos. Con el detalle adicional de que, puesto que en el fondo tampoco es "verdaderamente" humano, permite a l@s protagonistas (esos confusos Clive -Adrien Brody- y Elsa -Sarah Polley) arriesgarse, experimentar y explorar sus deseos y ansiedades más reprimidos. Con un final, ciertamente, inquietante...

O de cómo, una vez más, se muestra que el buen cine de género nos puede -y nos debe- hacer pensar.




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