"De hecho, creo que este es generalmente el caso: uno se encamina a la rebelión por sentimientos, no por pensamientos. Al final de su declaración ante la Comisión Dewey, Trotsky afirmó que se sintió arrastrado a los barrios obreros de Nikolayev a la edad de dieciocho años por su «fe en la razón, en la verdad, en la solidaridad humana», no por el marxismo. Pero quizá el sentimiento verdaderamente crucial es el de justicia: la constatación de que tú no estás de acuerdo con este mundo. Hay una anécdota de Ernst Bloch en la que su supervisor, Georg Simmel, le pidió un resumen de una página de sus tesis antes de que se mostrara de acuerdo en dirigirla. Una semana después Bloch se presentó con una frase: «Lo que existe no puede ser verdad». La tesis se convirtió posteriormente en El principio esperanza. Este tipo de momento ético fue crucial para mí: el descubrimiento de que existía una conexión necesaria entre justicia y verdad."
Adolfo Gilly («Lo que existe no puede ser verdad»,
New Left Review 64, septiembre/ octubre 2010)