Hoy, ABC lanza uno de sus demasiado habituales artículos insidiosos (ya se sabe: mezcla de comentarios de fuentes anónimas, insinuaciones y acusaciones sin pruebas), escritos al dictado, contra uno de los mejores magistrados de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional, Ramón Sáez Valcárcel. La acusación: ser garantista; exigir pruebas antes de condenar, y hacer una interpretación estricta de las leyes penales, a la luz de los derechos fundamentales y de los derechos humanos.
El modo de acusarle: diciendo que es de izquierdas. ¡Como si eso fuese incompatible con ser un buen jurista! O como si únicamente la derecha (o peor: aquellos juristas que se dicen "apolíticos", y que se limitan a obedecer, un día sí y otro también, las consignas que les dictan desde los poderes, políticos y sociales) debiese ostentar el monopolio sobre la interpretación de las leyes, y las izquierdas debiéramos limitarnos a gritar (ya se sabe: "irracionalmente", "tumultuariamente").
A veces, a los conservadores se les ven las vergüenzas: se pasan la vida -cuando les interesa, claro- reclamando "el estricto cumplimiento de la ley", frente a cualquier propuesta política innovadora, y también cuando de juzgar a los poderosos se trata. Pero, ojo, si un jurista se toma esto en serio, y -como en el caso de Ramón Sáez- aplica la ley estrictamente, en aquellos casos en los que los conservadores desean "mano dura" y "actuaciones sin complejos" (frente a la protesta política, por ejemplo), entonces eso no está bien, es "hacer política".
Por supuesto, el artículo del ABC no es más que una mala basura propagandística. Si hay que hablar de este artículo, no obstante, no es por lo que dice (nada, en esencia: que les gustaría que todos los magistrados fueran de derechas y sumisos), sino por aquello para lo que ha sido escrito: para poner en la diana a un magistrado íntegro. Para intentar intimidarle (aunque no lo lograrán). O, peor, para invitar, a quienes tienen poder para ello (¿y escribiendo tal vez por invitación suya, o de sus esbirros?), a que intenten sacarle del puesto de responsabilidad que ostenta. Para contribuir, en suma, si pueden y les dejamos, a quebrantar la independencia judicial.
Nunca suelo hablar de Ramón en público, porque a él -a diferencia de tantos- no le gusta el estrellato mediático. Hoy, sin embargo, era preciso escribir sobre él. No en su defensa, que no la necesita, sino para denunciar la sucia y oscura maniobra de quienes hablan mucho de la ley y del Derecho, pero jamás han creído en ellos, cuando no les sirven a ciegas, de martillo pilón para machacar a sus adversarios. Somos much@s quienes no nos tragamos ya ese cuento.