Una comedia romántica adolescente. Pero una comedia romántica adolescente narrada recurriendo, de una parte, a las formas audiovisuales propias del cine fantástico (subgénero: cine de super-héroes) y del wuxia (cine de artes marciales). Y, muy especialmente, introduciendo en la puesta en imágenes constantes recurso propios del cómic (en un cómic se basa el argumento) y -sobre todo- de la forma audiovisual de los videojuegos.
Es por ello -por estas razones formales- por las que una película como Scott Pilgrim vs. the world merece ser contemplada: porque se trata de uno de los (raros) casos en los que el director es más capaz de alejarse (en alguna medida, limitada, por supuesto, pero también notable) de las convenciones del cine realista, para aproximarse a la estética del cine de animación; sin acomodarse, no obstante, plenamente a sus cánones estéticos, sino incorporando, con notable desparpajo, formas audiovisuales procedentes de otros medios a un cine con vocación -al fin y al cabo- comercial.
Probablemente el experimento resulte, en último extremo, intrascendente, desde el punto de vista narrativo (por cuanto que la historia narrada no deja de ser banal, manida). Sin embargo, el experimento formal sigue resultando digno de nota.
