Desde luego, la falta de "cultura del esfuerzo" de la que habla el artículo no es el único problema, pero es un problema. Sin duda, habría que hacer un análisis más clasista, pues seguro que -hablando en general- no les va igual en la universidad a hij@s de trabajador@s mal pagados (o que han tenido dificultades sociales o escolares, menores recursos culturales, necesidad de trabajar, etc.) que a hij@s de profesionales o gentes adineradas. Sin duda, no es un problema nuevo, de l@s "jóvenes de hoy", sino que ya ocurría cuando nosotr@s estudiamos...
Sin duda. Pero el problema que esta entrada describe existe, en nuestras universidades (en las facultads de Derecho, cuando menos), y no se solventa ni negándolo ni con falso progresismo: pagar, con el esfuerzo de tod@s la educación universitaria de quienes no lo merecen, carece de sentido. Y, además, perjudica a l@s buen@s estudiantes, y simplemente a quienes se esfuerzan por serlo.
Yo siempre he sido contrario a la complacencia en este tema: para l@s estudiantes, todos los derechos, todos los recursos (compensatorios también, de las injusticias e insuficiencias de partida). Pero ninguna complacencia: compadecernos del/a mal(a) estudiante es ser paternalista e injusto, y hacer un flaco favor, a tod@s (y, de paso, defraudar a much@s). Que cada palo, pues, aguante su vela.
