La forma más tradicional de concebir los imperios -y también los imperios coloniales- ha sido siempre una que (tanto cuando es contemplada con ojos de dominador como cuando lo es con los de l@s dominad@s, en todo caso) da preferencia a una narración esencialmente unilineal en torno a un proceso progresivo y (aunque más o menos lento) inexorable, de desarrollo y expansión de la dominación y, junto con ella, de la racionalización de dicha dominación.
Sin embargo, parecía plausible imaginar que la historia no podía haber sido tan obvia. Lauren Benton, en este libro (Cambridge University Press, 2002) viene a corroborarlo. Mediante una investigación de diversos casos de estudio en torno a la implantación de los regímenes legales y de gobernanza imperiales (y coloniales), la autora viene a poner de manifiesto cómo, de hecho, el proceso histórico real se vio caracterizado más bien por las constantes tensiones, pruebas y errores, rectificaciones, etc. Y también por una permanente interacción (entre dominadores y dominados, pero también entre diversos bandos dentro de cada uno de los grupos) y conflicto en torno a la identificación (y de la diferenciación) del estatus de los distintos individuos y grupos sociales.
En este sentido, los debates y las luchas acerca de la forma en la que debían resolverse los conflictos jurídicos en los territorios coloniales se convirtieron en lugares para el conflicto político: acerca del reparto del poder, de los mecanismos de gobernanza y de las fronteras entre los diferentes estratos de la sociedad colonial.
De este modo, la historia que Lauren Benton nos narra viene a contraponerse a la usual visión homogenizadora, del Estado y de su papel, tanto en el plano interno como en el internacional; y viene, de hecho, a poner en cuestión -como otras obras, con este mismo sentido crítico- la misma diferencia entre uno y otro plano. De manera que la actual situación mundial de la gobernanza, interna e internacional, aparece como lo que verdaderamente es: como una situación contingente, fruto de desarrollos históricos -también contingentes- basados en una constante lucha política (y cultural) entre todos los grupos afectados, tanto interna como internacionalmente.
Se produce, así, un efecto de desnaturalización de la visión de la política (y de la lucha política en torno al Derecho), completamente imprescindible, para no incurrir en una aceptación acrítica de la ideología (estatalista, conformista) que habitualmente se nos vende, en el seno de la Filosofía política al igual que en el de la teoría general del Derecho.
En este sentido, los debates y las luchas acerca de la forma en la que debían resolverse los conflictos jurídicos en los territorios coloniales se convirtieron en lugares para el conflicto político: acerca del reparto del poder, de los mecanismos de gobernanza y de las fronteras entre los diferentes estratos de la sociedad colonial.
De este modo, la historia que Lauren Benton nos narra viene a contraponerse a la usual visión homogenizadora, del Estado y de su papel, tanto en el plano interno como en el internacional; y viene, de hecho, a poner en cuestión -como otras obras, con este mismo sentido crítico- la misma diferencia entre uno y otro plano. De manera que la actual situación mundial de la gobernanza, interna e internacional, aparece como lo que verdaderamente es: como una situación contingente, fruto de desarrollos históricos -también contingentes- basados en una constante lucha política (y cultural) entre todos los grupos afectados, tanto interna como internacionalmente.
Se produce, así, un efecto de desnaturalización de la visión de la política (y de la lucha política en torno al Derecho), completamente imprescindible, para no incurrir en una aceptación acrítica de la ideología (estatalista, conformista) que habitualmente se nos vende, en el seno de la Filosofía política al igual que en el de la teoría general del Derecho.