"Hoy, cuando el concepto de proletariado, inalterado en su esencia económica, aparece tecnológicamente velado, de suerte que en el mayor país industrial no se puede hablar de conciencia de clase proletaria, el papel de los intelectuales no sería ya el de despertar a los adormecidos a su interés más inmediato, sino el de quitar a los prudentes ese velo de los ojos, la ilusión de que el capitalismo que temporalmente les hace beneficiarios suyos se basa en otra cosa que la explotación y la opresión. Los obreros ganados son inmediatamente remitidos a los que todavía pueden ver y decir esto. Su odio a los intelectuales ha cambiado así. Se ha ido asemejando a las sanas opiniones prevalecientes. Las masas ya no desconfían de los intelectuales porque traicionaron la revolución, sino porque podrían quererla, y de ese modo ponen de manifiesto cuánto necesitan de los intelectuales. Sólo cuando los extremos se toquen, sobrevivirá la humanidad."
Theodor W. Adorno, Minima Moralia, apéndice X