Storm fear es, por su argumento, otro thriller criminal más, cuya trama se abona a la dinámica del huis clos, de los personajes enfrentados entre sí, en una situación límite y en un espacio cerrado. Y, como otros tantos ejemplos de esta modalidad genérica, contiene cierta tendencia al efectismo visual... Por lo demás, bien propia de Cornel Wilde, cuando tenía la oportunidad de intervenir también como director.de las películas que protagonizaba.
Nada particulamente relevante, pues, hasta aquí. Sin embargo, deseo llamar la atención del/a espectador(a) cinéfil@ y avisad@ acerca de una peculiaridad relevante de la película, en el plano de la puesta en imágenes de la narración, que la hace -me parece- merecedora de una especial atención (al menos, para quien crea, como es mi caso, que el cine -y, en general, la narración- no es nunca tan sólo una cuestión de temas, ni siquiera del desarrollo dramático de los mismos, sino que siempre además hay que atender a la forma que la narración adopta: en cine, a la mostración audiovisual de la materia -del tema y de su dramatización).
Y es que, en efecto, en una película que, por tema y desarrollo dramático, se presenta como thriller predomina, no obstante, un estilo en la composición visual más propio del melodrama. Y, en concreto, del melodrama realista. Así, uno puede hallar, en esta película de 1955, atisbos relevantes del estilo visual del neorrealismo más melodramático (pongamos: Vittorio de Sica). La iluminación expresiva y la composición de muchos planos le debe, ciertamente, mucho a tales recursos estilísticos.
Ello no es, me parece, casual. Pues ocurre que, en realidad, la película, que parece narrar una historia criminal, nos está contando verdaderamente más bien del drama de una familia vacía, que se ve forzada a enfrentarse a sí misma... y que, definitivamente, fracasa en el empeño.
Sin duda, este drama familiar resulta en verdad bastante banal. Pese a ello, creo que no deja de resultar de interés este contraste entre fondo y forma en la narración. Y el modo en que el peso de la forma altera significativamente la significación y la interpretación que la obra acaba mereciendo.
Una curiosidad, por lo tanto, desde el punto de vista estético. Que bien merece un vistazo.