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sábado, 24 de marzo de 2012

"Shame", de Steve McQueen


¿Es posible mostrar, a través de una obra cinematográfica, una emoción pura? Parece claro que sí, que lo es, aun cuando resulte ciertamente difícil lograrlo, ya que, precisamente por la invisibilidad perceptiva de la emoción en sí, el cine suele tender a presentar visualmente sus causas, sus efectos o a sus portador@s. Pero, claro está, no es lo mismo versar acerca de acciones (que causan emociones o que son ocasionadas por ellas), acerca de individuos (emocionados) o acerca de las emociones mismas. No es lo mismo.


Steve McQueen, en esta su segunda película estrenada, parece querer proceder a mostrarnos las emociones de un individuo psíquicamente desvalido, con una existencia completamente extraviada. (No sé si es, precisamente, la vergüenza aquello que más le caracteriza, o se trata más bien de incapacidad para comunicarse con l@s demás.)

En todo caso, la formalización dramática y visual que McQueen ensaya del tema resulta, a mi entender, notoriamente fallida. Ni las frías composiciones geométricas (completadas por constantes juegos de reflejos y de espejos) que dominan los planos iluminados con grisura, ni tampoco el convencional desarrollo de una historia melodramática (con su presentación, su desarrollo y su desenlace), ayudan precisamente a representar la emoción, a pesar de las buenas prestaciones interpretativas de los actores y actrices.

No parece, en efecto, que el director inglés haya aprendido las enseñanzas de -por ejemplo- Michalangelo Antonioni o de Wong Kar-Wai, dos directores que se han esforzado tanto en lograr una buena representación de las emociones puras en la pantalla: si la emoción resulta en sí misma invisible, sin embargo, es posible mostrar escenas que constituyan indicios de la misma. Pero ello no es igual -lo señalaba antes- que narrar una historia con una retórica explícita de la emocionalidad. Precisamente, porque lo que, al cabo, persigue el cineasta es la emoción del(a) espectador(a): su identificación con la situación y/o con los personajes, que genera una reacción emocional consiguiente por su parte. Y no siempre la retórica de lo emocional produce tal efecto. Por ejemplo, en esta película.


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