Basada en un caso real, I was a fugitive from a chain gang es una historia carcelaria, acerca de la inutilidad de la pena de prisión y de sus rigores para rehabilitar a esos pequeños delincuentes atrapados en los engranajes del sistema penal.
Sin embargo, si por algo destaca la película, más que por su temática o sus moralejas político-sociales (por lo demás, manidas), es por sus grandes virtudes formales, cinematográficas. En efecto, no sólo es que contenga una excelente, contenida interpretación de Paul Muni. Es que, sobre todo, el trabajo de composición visual de los planos, pero más aún de montaje, constituye un ejercicio maestro: de una retórica de la viveza, que acarrea una tensión narrativa inusitada, que no se justificaría tan sólo por aquello que es narrado, sino que obedece principalmente a la forma en la que se narra.
Por ello, recomiendo contemplar I was a fugitive from a chain gang desde esta perspectiva: compárese con otros ejemplares temáticamente semejantes, harto más plúmbeos en su configuración visual (por poner un solo ejemplo: Caged -John Cromwell, 1950), y se comprobará dónde estriba la diferencia.