Publicado en el nº 192 (octubre 2011) de Le Monde Diplomatique en español, y también disponible online, este artículo del Vicepresidente de Bolivia constituye un buen antídoto frente al infantilismo político que, por desgracia, tan frecuentemente aqueja a nuestra izquierda.
En él se vienen a identificar cuatro grandes desafíos que tiene delante cualquier revolución que se tome en serio su papel, como motor de transformación política (no -sólo- de conciencias, no de discursos, sino del poder: una verdadera revolución, quiero decir):
- La dificultad para coordinar políticas estatales y política de los movimientos sociales.
- La dificultad para preservar la hegemonía popular en la dirección política de la revolución.
- La dificultad para compatibilizar intereses generales con intereses particulares de grupos sociales y/o de comunidades.
- La dificultad para hacer compatibles las necesidades económicas con el respeto a los derechos y al medio ambiente.
Dice García Linera:
"Las tensiones creativas que se debaten en el bloque popular que gobierna Bolivia son características de las dinámicas de transformación social : ¿acaso las revoluciones no son flujos caóticos de iniciativas colectivas y sociales, impulsos fragmentados que se cruzan, se enfrentan, se suman y se articulan para dividirse de nuevo y volver a cruzarse ? En otras palabras, nada está definido de antemano."
De obligada lectura, y reflexión, para quienes -como es mi caso- piensen que la política de izquierdas es acción transformadora de las estructuras sociales: con toda sus complejidad y todas sus contradicciones. Mas nunca un mero flatus voci -como los discursos y prácticas de much@s otr@s sedicentes izquierdistas podrían hacer creer.