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lunes, 18 de julio de 2011

"Le notti bianche", de Luchino Visconti


Le notti bianche aparece presentada como una fantasía romántica, que basa su poder expresivo en la estilización. Frente al original narrativo de Fiodor M. Dostoievski, en la película desaparecen -en buena medida- el subjetivismo y el perspectivismo psicológico del relato. Queda, entonces, tan sólo un delirio de romanticismo ensoñador.

Y tal romanticismo es presentado por Visconti (radicalizando lo que ya había ensayado, de algún modo, en la anterior Senso (1954) -aun cuando allí la presencia de la Historia, con mayúscula, mitigaba el efecto dramático y estético) a través de un trabajo complejo y preciosista con los decorados (toda la película está filmada en estudio) y la fotografía (la iluminación, en radiante blanco y negro, y los movimientos de cámara).

Los personajes, en efecto, se corresponden antes (si somos capaces -como debemos, a la vista de la flagrante infidelidad- de olvidarnos de Dostoievski) con arquetipos de la ideología amorosa occidental que con protagonistas realistas creíbles. No en vano Nino Rota se inspiró, para componer la música de la película, en temas procedentes de Tristan und Isolde (Richard Wagner). Ello es particularmente palpable en el caso del personaje del Inquilino, encarnado por Jean Marais. Pero ocurreigualmente , bien que de forma más atenuada, para el caso de los otros dos, Mario (Marcello Mastroianni) y Natalia (Maria Schell).

Cuestión completamente diferente es que, como espectador@s, seamos capaces de penetrar en el contenido de la historia narrada, tal y como el mismo es visualizado. Cosa que, confieso, a mí no me ocurre: en verdad, si de ensueños románticos (idealizados) se trata, reconozco mi mayor simpatía por historias como Vertigo (Alfred Hitchcock, 1958) que por otras -a las que esta se aproxima- como Peter Ibbetson (Henry Hathaway, 1935). En ambos el amor transcurre, ante todo, en la mente de sus protagonistas. Sin embargo, hay algo en la pasividad de los protagonistas de Hathaway y de Visconti (que, no obstante, en el relato de Dostoievski quedaba perfectamente explicado, en virtud de la actitud existencial del protagonista) que me incomoda sobremanera...


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