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jueves, 12 de mayo de 2011

Cómo narrar -con imágenes- sin mostrar: reflexión al hilo de "The Scarface mob" (Phil Karlson, 1959)


Estuve el otro día viendo esta película (en realidad, la fusión, a efectos de exhibición cinematográfica, de dos capítulos de una mini-serie televisiva) y, reflexionando después sobre ella, me daba cuenta de que, en realidad, prácticamente había asistido tan sólo a un carnaval de rostros, de leves movimientos de sus cuerpos y de algunos diálogos. (Todo ello, por supuesto, acompañado ante todo por una técnica extremadamente precisa -y expresionista- del encuadre, de la composición visual de las imágenes.)

Y, sin embargo, la historia narrada (la persecución de Al Capone a manos de Elliot Ness y su grupo de investigadores) era dinámica, dramática, tremenda. Pero muy poco, casi nada, de las muertes, persecuciones, amenazas, miedos, acechanzas, etc., que se traslucen en la historia había sido mostrado en pantalla: tan sólo algunos atisbos visuales. ¿Cómo, entonces, funcionó la operación narrativa?

Al percatarme de esta aparente contradicción, y pensar sobre ello, comprendo que (como ya hace tiempo señalaba David Bordwell -en su libro La narración en el cine de ficción) es posible provocar, a través de los adecuados estímulos visuales (esos atisbos que apuntaba: esos rostros, esos movimientos de los actores, esos escasos diálogos, esas composiciones de los planos), que el/la espectador(a) (re)construya él mismo la historia. Para ello, claro está, es necesario que nos movamos dentro de ciertos parámetros: respeto -todo lo relativo que se quiera- un determinado canon narrativo, asumido también por el/la espectador(a) (aquí, al canon clásico, sustentado en presuposiciones de linealidad temporal, monocausalidad, identidad y causalidad psíquicas, etc.; y, mejor aún, inserción de la narración en un contexto genérico, que vuelve más previsible (y, por ende, imaginable) aquello que no es mostrado, pero que debe ser tenido por el/la espectador(a) como narrado.

Una vez más, el arte -aquí, el narrativo- se revela ante todo como una técnica (con independencia de los resultados que de la misma puedan obtenerse), que ha de ser manejada.


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