"El debate sobre si se está a favor o en contra de la intervención contra Gadafi parte de una idea equivocada y monstruosamente ingenua: la creencia en que los habitantes de las gobernanzas capitalistas occidentales, también autodenominadas "democracias", tenemos algo que decir sobre la política de nuestros países.
(...)
Hace falta tener la ingenuidad y los prejuicios occidentalistas del dirigente de Al Qaida Al Zawahiri para pensar que los pueblos de Europa o Estados Unidos somos responsables de lo que hacen nuestros gobiernos... porque los elegimos. Ese era el cínico argumento que utilizaba el dirigente de Al Qaida para justificar los atentados contra la población civil de Europa y de los Estados Unidos. Obviamente, nadie que no sea un miembro directo de la nomenklatura capitalista-militar que dirige nuestros países, ha podido tener la más mínima influencia sobre esta decisión, avalada por unos parlamentos y gobiernos diseñados para excluir a la población de cualquier decisión real. No hay que pronunciarse, pues, a favor ni en contra de algo sobre lo que nunca pudimos decir nada. La gobernanza capitalista debe considerarse a este efecto como una fuerza de la naturaleza, un tsunami, un terremoto.. Una vez se introduce el nuevo dato de la intervención militar en Libia en la coyuntura de las revoluciones árabes, deben evaluarse las posibilidades de actuación que esta nueva circunstancia abre o cierra. Lo político es esto. Preguntarse quiénes son los buenos y quiénes los malos y definir a los buenos por los malos y viceversa es una posición imaginaria e infantil que sólo genera impotencia. No se trata de elegir entre la OTAN y Gadafi, ni siquiera adoptar una posición neutra de "ni...ni", sino de apoyar en las circunstancias reales una revolución. Algunas presuntas elecciones, como bien explicaba Guy Debord son sólo montajes espectaculares de falsos conflictos. Ante la revolución libia, como ante cualquier otra, no se trata de elegir, sino de decidir."
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Hace falta tener la ingenuidad y los prejuicios occidentalistas del dirigente de Al Qaida Al Zawahiri para pensar que los pueblos de Europa o Estados Unidos somos responsables de lo que hacen nuestros gobiernos... porque los elegimos. Ese era el cínico argumento que utilizaba el dirigente de Al Qaida para justificar los atentados contra la población civil de Europa y de los Estados Unidos. Obviamente, nadie que no sea un miembro directo de la nomenklatura capitalista-militar que dirige nuestros países, ha podido tener la más mínima influencia sobre esta decisión, avalada por unos parlamentos y gobiernos diseñados para excluir a la población de cualquier decisión real. No hay que pronunciarse, pues, a favor ni en contra de algo sobre lo que nunca pudimos decir nada. La gobernanza capitalista debe considerarse a este efecto como una fuerza de la naturaleza, un tsunami, un terremoto.. Una vez se introduce el nuevo dato de la intervención militar en Libia en la coyuntura de las revoluciones árabes, deben evaluarse las posibilidades de actuación que esta nueva circunstancia abre o cierra. Lo político es esto. Preguntarse quiénes son los buenos y quiénes los malos y definir a los buenos por los malos y viceversa es una posición imaginaria e infantil que sólo genera impotencia. No se trata de elegir entre la OTAN y Gadafi, ni siquiera adoptar una posición neutra de "ni...ni", sino de apoyar en las circunstancias reales una revolución. Algunas presuntas elecciones, como bien explicaba Guy Debord son sólo montajes espectaculares de falsos conflictos. Ante la revolución libia, como ante cualquier otra, no se trata de elegir, sino de decidir."